La luz dorada del amanecer se colaba por las rendijas de la cabaña, acariciando los cuerpos entrelazados bajo las pieles. Afuera, el bosque aún respiraba en calma, como si la tierra misma respetara ese instante sagrado entre el alfa y su luna.Kael dormía con un brazo rodeando a Lina, su respiración tranquila, su pecho cálido y fuerte contra la espalda de ella. Pero Lina no dormía. Llevaba minutos —tal vez horas— despierta, con una mano sobre su vientre y el corazón latiendo con fuerza. No quería romper ese momento pero sabía que ya no podía esperar más.Había guardado el secreto por días. Lo había protegido entre sus manos mientras el mundo alrededor se recomponía: la tierra quebrada bajo sus pies, la gente herida, el miedo, el caos… y luego, la lucha por reconstruir todo lo perdido. Había visto a Kael liderar con la fuerza de un alfa y el corazón de un hombre cansado, dándolo todo por su gente. Por eso había callado. Porque él necesitaba primero salvar a todos. Y ella lo necesitaba
Kael despertó poco después, al sentir el hueco tibio que Lina había dejado en la cama. La vio de pie, envuelta en un camisón ligero, el cabello desordenado y la piel aún encendida por la noche que habían compartido. Sonrió.—¿Y a dónde vas tú, tan hermosa? —murmuró, con la voz rasposa del sueño.Lina se volvió hacia él con una sonrisa pícara.—Pensaba buscar algo de comida antes de que vuelvas a atraparme entre tus garras.Kael se incorporó y, en un segundo, la alcanzó. La abrazó por la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo, y ella rió suavemente al chocar contra su pecho desnudo.—Demasiado tarde —susurró él antes de besarla.Fue un beso lento, profundo, lleno de esa calma feliz que viene después de haber esperado demasiado por algo.Ella lo acarició detrás de la nuca, pegándose más a él, dejando que su amor fluyera en ese contacto silencioso.—Kael… —susurró entre risas suaves—. Si no me dejas ir, moriré …moriremos de hambre —sintió una emoción muy grande al pensar en que debía alime
—¡Maldito lobo afortunado! —rió Ragnar, golpeando a Kael en el hombro con camaradería—. Serás padre. Y tú, Lina… —la miró con calidez— bienvenida a la locura de este mundo.Lina sonrió, aunque sus labios temblaron levemente. Agradecía la alegría de Ragnar, la complicidad en sus ojos. Clara, a su lado, no decía nada. Solo la observaba con esa mirada profunda que parecía atravesarla, como si ya supiera lo que estaba por venir.Kael se mantuvo en silencio por unos segundos. Su brazo rodeaba la cintura de Lina, y sus ojos, fijos en ella, se oscurecieron apenas.—Hay algo más —dijo de pronto. Su voz ya no tenía la ligereza de hace un momento. Ragnar alzó una ceja. Clara se giró del todo.Kael respiró hondo.—Lina no se ha sentido bien —dijo Kael, bajando la mirada por un instante—. Esta mañana tuvo un bajón. Nada grave, pero no quiero arriesgarme. El silencio cayó como un manto pesado. Clara frunció el ceño. Ragnar dejó de sonreír.—¿Cuándo fue eso? —preguntó Clara, acercándose.—Hace un
Kael permanecía de pie en la sala blanca, con los puños cerrados y la mandíbula apretada. Podía oír el débil latido del corazón de Lina al otro lado de la puerta, y sin embargo, sentía que el suyo iba a estallar. Confiaba en la doctora Elvira; no solo era médico obstetra, sino también una reconocida especialista en embarazos de alto riesgo. Si alguien podía ayudar a Lina en ese momento crítico, era ella.La doctora salió de la habitación, cerró la carpeta con suavidad y se acercó a él. Tenía los ojos cansados y la voz medida, como si las palabras le pesaran.—Kael... —comenzó con cautela—. Ya tengo los resultados. Y necesito que escuches con atención.Él asintió, sin hablar.—Lina tiene hipertensión pulmonar. Las arterias de sus pulmones están tan estrechas que su corazón debe esforzarse el doble para bombear sangre a través de ellas. Esto ya sería grave en cualquier paciente… pero en una embarazada de gemelos, es mucho peor.Kael sintió un vacío en el pecho.La doctora bajó la mirad
Lina Winters apretó el volante del Jeep, el sonido de las ruedas sobre el camino de tierra resonaba a través del silencio denso del atardecer. La Reserva natural de Blackwood estaba en lo profundo de un valle. Las montañas cubiertas de pinos se alzaban como sombras gigantes contra un cielo que comenzaba a oscurecer, pintando todo con tonos de gris y azul. El aire fresco traía consigo el olor a tierra mojada y madera, una fragancia cruda que parecía invadir sus pulmones con cada respiro.Al llegar al borde de la reserva, se detuvo en un claro solitario y observó la vasta extensión de árboles que se extendían ante ella. El paisaje era tan hermoso como inquietante: vastas colinas cubiertas de un espeso manto de árboles, y en el horizonte, una cadena montañosa que parecía abrazar el cielo.—Este es el lugar donde Clara desapareció —susurró, como si al decirlo, las palabras pudieran explicarle algo que llevaba un año preguntándose. Su corazón latía con fuerza mientras miraba hacia el bosqu
El alfa sentía una feroz guerra dentro de él, una batalla entre lo que sabía que debía hacer y lo que su corazón le dictaba. El vínculo que se había formado con la humana, era un peligro que no había anticipado. Su mente estaba llena de tormentas oscuras, pensamientos que se mezclaban con la preocupación por la manada, por el futuro incierto que podría desatarse si esta situación continuaba."Esto no debía pasar," pensaba, mientras sus ojos recorrían a Lina con una mezcla de urgencia y desespero. Sabía que su presencia en ese lugar ponía en riesgo no solo su vida, sino la de todos los que él amaba, los de su manada. Pero el instinto lo había llevado hasta ella, y ahora su única prioridad era mantenerla a salvo, sin importar las consecuencias.Con voz grave, casi rota, le dijo:—Tienes que irte. Este lugar no es seguro. Es mejor que te vayas, antes de que todo empeore.Lina, desorientada y aterrada, aún no lograba procesar lo que había ocurrido. La confusión y el miedo la envolvían. Co
—Está hecho, Kael. La humana ya está fuera de la Reserva. —Nox se acercó a su líder con paso firme, sus ojos grises reflejaban determinación.Kira, otra miembro de la manada, dio un paso adelante. Su presencia, aunque menos imponente, irradiaba una autoridad serena.—La llevamos hasta el límite norte, cerca del viejo puente. Está a salvo, pero… no tardará en darse cuenta de que algo no está bien.Kael asintió con un gruñido bajo, mostrando su satisfacción. Su mente, sin embargo, seguía trabajando en los posibles escenarios que podían desatarse ahora que Lina estaba fuera de su alcance.***Nox y Kira habían llegado al lugar donde aún permanecía Lina, siguiendo las órdenes de Kael. Como líder de la Manada de Valragh, él mismo les había encomendado la misión: sacar a la humana antes de que el caos se desatara.Kira caminaba delante, con pasos ágiles y seguros. Su cabello rojizo, tan intenso como las hojas de otoño, parecía arder bajo los últimos rayos del sol. Su rostro, de facciones de
Lina condujo de regreso al pueblo de Luzbria, ubicado a ocho kilómetros de la Reserva de Blackwood. La carretera serpenteaba entre densos árboles que parecían cerrar el paso, envolviéndola en una penumbra inquietante. Su mente era un torbellino de pensamientos que iban y venían a una velocidad vertiginosa.Todavía podía sentir esa sensación extraña que aquel hombre le había provocado. Había algo en él, en su voz grave y en su mirada intensa, que la había dejado desorientada, como si hubiera sido tocada por una energía desconocida. Pero esa sensación se mezclaba ahora con el miedo que la había invadido momentos antes. Recordaba cómo su corazón había latido con fuerza, convencida de que sería devorada por aquellos animales salvajes. Incluso ahora, su respiración se volvía errática al recordar esos ojos brillando en la oscuridad, esas sombras que parecían moverse con una inteligencia aterradora.Sin embargo, hubo un pensamiento que le erizó la piel por completo. Clara. La posibilidad de