CAPÍTULO 92.
Tras unos minutos de revisión, la doctora Elvira se alejó un paso, consultó los monitores y frunció el ceño.
—Tu presión arterial sigue elevada y los pulmones muestran signos de congestión. Hay líquido retenido, Lina. Me temo que la preeclampsia se está agravando… y con los últimos eventos, tu cuerpo está bajo demasiado estrés.
Lina sintió un vacío en el estómago. Ya lo había escuchado antes, pero oírlo de nuevo lo hacía más real… más amenazante.
—¿Y los bebés? —preguntó en voz baja, apenas audible.
—Ambos están vivos y con buen ritmo cardíaco —respondió Elvira con una leve sonrisa—. Pero tu cuerpo está empezando a colapsar. Ya no podemos pensar en llegar a término. Lo mejor será adelantar el parto cuando llegues a las 34 semanas. A los siete meses.
Kael frunció el ceño. —¿Tan pronto? ¿Estarán listos?
—No es lo ideal, lo sé. Pero cada día que pasa pone en riesgo sus vidas y la tuya. Vamos a necesitar un equipo neonatal preparado y, mientras tanto, tú debes guardar reposo absoluto. Nad