Capítulo 3 Dos carreras

Por Emma

Ramiro me acompañó hasta mi auto, que se encontraba en el estacionamiento de la confitería.

Desde la mesa en donde se hallaba mi jefe, detrás de una especie de jardín de invierno, lleno de plantas y luces, estaba dicho estacionamiento y mi auto estaba en su mira.

Ramiro me acompañó hasta mi llamativo vehículo.

- ¿Lo conocés?

- ¿A quién?

Sabía que se refería a mi jefe.

-A Pupy.

-Sí, es conocido.

-Te desnudó con la mirada.

Me reí y recordé aquel guiño y su mirada penetrante.

-No lo creo, estaba acompañado de una bella modelo.

-Vos sos realmente hermosa, sos irresistible… quiero verte…

Dijo mientras me volvía a besar y esta vez, su beso fue realmente apasionado.

La tentación fue muy fuerte y se lo devolví.

Ramiro es un hombre seductor, sabe lo que hace y o que quiere.

¿Pero qué quiere?

¿Sexo?

No lo creo.

Es una respuesta muy simple.

Lo voy a averiguar.

-Estamos hablando.

Le dije antes de subir, con cierta indiferencia, a mi auto.

 Miré, desde el interior de mi Mercedes observé como estaba mirando mi auto y posiblemente había sido testigo del profundo beso.

Era divertido ver su asombro.

El teléfono sonó, al ver la pantalla era Ramiro.

-Hola…

Nos habíamos visto hacía un rato.

-Quería saber si habías llegado bien.

-Sí, gracias.

Le dije un tanto asombrada, estaba acostumbrada a ir y venir sola, por eso me llamó la atención su preocupación y debo reconocer que parecía genuina.

Ni siquiera Martín, mi novio, me llamaba cuando cenábamos juntos y cada uno iba a su departamento.

Yo soy independiente y eso no me molestaba.

Luego pensé que, al principio de nuestra relación, que ya llevaba dos años, sí, me llamaba y hablábamos a cada rato.

Supongo que eso sucede siempre, en todas las relaciones.

Tampoco extrañaba esos llamados.

Soy independiente y como dice mi padre, rebelde.

Luego de charlar 5 minutos y sin quedar en nada concreto, nos despedimos.

Estaba en mi oficina, era casi la hora de salida., cuando Verónica, mi compañera de oficina, al ponerse su abrigo, mira distraídamente por el ventanal de nuestra oficina, ese inmenso ventanal polarizado, sin embargo, nosotras veíamos con una claridad absoluta para el exterior.

-Guauuuu, que pedazo de papurri que veo y no sé qué me gusta más, si él morocho imponente o su BMW rojo.

Yo pegué un salto en la silla y me levanté presurosamente.

- ¡Es mi novio!

Dije al acercarme al ventanal.

- ¿Tu novio?

Preguntó Verónica, mientras que mientras que Mirta y Catalina se asomaban, pegándose al frío vidrio.

- ¡Que flor de… auto!

Mirta se reía mientras decía esas palabras.

Yo sonreí.

-Seguramente me quiso dar una sorpresa, porque acaba de llegar de viaje.

-Mmmm, me parece que alguien no duerme esta noche.

Dijo Catalina, pasando su lengua por alrededor de su boca.

Nos reímos todas.

Tomé mi abrigo y mi cartera y cuando giré hacía la salida, veo a Pupy recostado en el marco de la puerta.

-Señorita… Emma, su día no ha terminado, tenemos una reunión de último momento.

-Señor yo…

-Usted hizo una modificación en el gráfico convencional de la empresa, solicito su presencia inmediatamente.

Las chicas me miraron, nadie le decía que no a Pupy, por otro lado, se dieron cuenta de que mi novio no era un mortal común.

Con su aspecto y su auto, destacaba sin buscarlo.

- ¿Por un simple gráfico?

Mi pregunta fue casi retórica, pero la dije en voz baja, aunque sabía que mi jefe la había escuchado perfectamente.

-Por supuesto, señor.

Dije en voz alta con una sonrisa que estoy segura, le molestaba.

-Un segundo, por favor.

-Vero, le podrás decir al papurri del BMW rojo, que estoy en una importante reunión con el señor Candiles, que lo llamo más tarde, para cenar.

-Sí, lo quiero ver de cerca.

Yo me reí y luego miré a Pupy, pensando que esto lo estaba haciendo a propósito, solamente porque escuchó nuestra conversación y quería molestarme.

-A sus órdenes, señor…

Él, sin hablar, me indicó con un gesto que lo siguiera.

Tomé la Tablet de la empresa y también mi celular, luego caminé detrás de él.

Al ingresar a su oficina, me di cuenta de que la reunión era solamente entre él y yo.

Definitivamente me estaba molestando.

Sobre su escritorio había 4 celulares, dos pertenecían a la empresa y dos eran personales.

Me senté frente a él, con el escritorio de por medio.

Yo no veía que tenía abierto en su computadora, pero veo que el teclea algo y mira la imagen con una sonrisa despectiva.

Luego me miró, pero no pude descifrar su mirada.

-Explíqueme como es que decidió cambiar la forma de leer los gráficos.

¿Sigue con eso? 

¿Es una excusa?

-Es un dibujo lineal ornamental, que se enfoca en el análisis visual y la interpretación de imágenes.

- ¿Eso lo usaba en su trabajo anterior?

¡Mierda! Es hora de decirle que no tengo experiencia laboral.

-No, lo vi en la facultad.

- ¿En qué carrera?

¿Él no era abogado? 

Podría ser ingeniero o tal vez contador o economista…

-Abogacía.

- ¿Te recibiste?

-Por supuesto.

- ¿En una universidad pública?

Preguntó desdeñoso.

Aunque creo que sabe que asistí a una universidad privada, la noche anterior vio mi auto y sabe la marca de auto que conduce mi novio.

-No, señor, estudié en dos universidades privadas.

¿Quiere jactarse de algo? ¿Despreciarme? ¿Manejarme?

- ¿En dos?

Lo pillé por sorpresa.

-Soy abogada y diseñadora de indumentaria.

Lo sorprendí.

- ¿Y qué hace en el sector de ventas?

¿Molestar a mi familia cuando se enteren?

No se lo puedo decir.

Sin embargo…

-Necesitaba trabajar.

- ¿Está segura de que necesita trabajar?

-Por supuesto, le contesté con la cara más inocente que pude lograr.

-De todos modos…

Comenzó a decir.

-Disculpeme, lo que sucede es que los gráficos en papel son obsoletos, en cambio, si los ve en una computadora, puede separar todo por celdas, desplegar las distintas opciones y entender mejor la ejecución de ese programa.

-Ilumíneme.

-Permiso.

Le di parándome e inclinándome hacia él para mostrarle los gráficos en la Tablet.

Mis dedos se movían con seguridad.

Él sabía, seguramente, manejar ese programa.

-Directamente lo podría ver en línea, eso hasta le ahorraría tiempo.

- ¿Usted me dice como tengo que administrar mi tiempo?

No pude evitar rodarte mis ojos.

Este hombre es insoportable y si yo misma no lo hubiese visto con dos modelos que ambas son una belleza, no dudaría en decirle que le hace falta tener sexo, para que lo relaje.

-No, señor… simplemente le informo como optimizar el tiempo… es lo que hace una buena secretaria.

Mi rostro era impasible y estaba claro que ignoraba deliberadamente la furia de su mirada.

En ese instante, sonó uno de los teléfonos y él rechazó la llamada, luego sonó el otro e hizo lo mismo, al sonar el tercero, me indicó que contestara.

-Decí que es mi oficina, pero…

Antes que, siquiera hablando, atendí.

-Oficina de ventas de Textil Norte.

- ¿Está Pupy? ¿Quién habla?

Una voz de mujer, muy altiva, me pedía explicaciones.

-Soy la nueva secretaria, mi nombre es Emma Fonda.

-Soy Nicolle Frazer, la esposa de Pupy.

-Un gusto señora Candiles.

Pupy comenzó a hacerme señas, para que no lo comunique con su esposa.

Yo, distraídamente, miré hacia otro lado y pude ignorar sus gestos.

-Cómo no, ya la comunico, un gusto escucharla.

-Es su esposa, señor.

Le dije extendiendo el celular.

Lo tomó a regañadientes.

- ¿Qué querés?

No sé qué le contestó esa mujer.

-Estoy en una importante razón.

Luego de un segundo le contestó.

-No digas estupideces.

Cortó, dejando el celular sobre el escritorio.

-Le hice señas para que no me pasara con ella.

Abrí mis ojos con un aire cándido.

-Perdón… no lo vi… de todos modos era su esposa.

Creo que ahora sí, tiene ganas de matarme.

-Yo decido a quien atender.

-Perdón…

-Entre vos y Nicolle, me amargaron el día.

-Perdón, pero no le encuentro lógica a sus palabras.

- ¿Siempre contestás? 

-Cuando considero que…

- ¿Tenés que tener la última palabra? 

- ¡No me contestes!

Dijo inmediatamente.

-Servime un whisky y andate.

Le estaba por decir que era perjudicial para su salud si bebía con el estómago vacío, pero él había perdido la calma y yo quería conservar el empleo, aunque el sueldo apenas me alcanzaba para cubrir los gastos de mi precioso auto.

Por suerte tengo ahorros y el fideicomiso que me dejó mi abuela.

Todo está invertido y con las ganancias de esas inversiones, me sobraba para mantenerme y seguir invirtiendo.

-Buenas tarde, señor.

Le dije luego de dejar el vaso sobre su escritorio.

Miré la hora en el celular y vi 4 mensajes de mi novio.

Antes de llegar a la segunda puerta de vidrio de la oficina de mi jefe, lo llamé.

-Hola cielo, perdón, se me hizo tarde, ya sabés…

-Hola, no entiendo que hacés trabajando en Textil Norte.

-Necesito trabajar.

-No lo necesitás.

-No estoy hablando por el tema económico.

-No entiendo tu punto.

-Hasta hace poco estudiaba dos carreras y trabajaba ¿Voy a quedarme con los brazos cruzados?

-Tenés tu propia empresa.

-No tengo una m****a, en todo caso esa empresa es de mi padre y de mi hermano.

-Podés volver.

-No voy a volver.

-Esa empresa también te pertenece.

-Es evidente que no, no me permiten estar en la junta directiva, ni tomar decisiones.

-Eso es un falso orgullo.

 -No.

-Te depositaban una suma considerable.

-No se trata de dinero.

Me detuve en el pasillo, luego de pasar la segunda puerta de vidrio.

No estaba gritando, eso no lo solía hacer, pero tampoco susurraba.

-Tampoco se trata de falso orgullo, en todo caso, es amor propio, ellos no van a dominarme.

-Estás alterada.

-No estoy alterada.

-Necesitás entender que en Textil MyE, jamás te impondrían quedarte hasta tarde y ahora…

-No te puedo negar eso, ahora tengo que volver a la reunión, posiblemente salga tarde, nos vemos mañana.

Corté la llamada.

- ¿Problemas con tu novio?

La voz de Pupy me sobresaltó.

-Nada importante.

Entonces tomo mi brazo y quedamos frente a frente.

- ¿Querías seguir con la reunión?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP