Por Emma
Llegué a mi oficina, lo hice como suelo hacerlo, 10 minutos antes de mi horario de entrada.
Prendí mi ordenador y mientras se cargaba, me serví un café.
No me costaba trabajo madrugar, porque estaba acostumbrada a hacerlo, mi carrera de abogacía la cursé por la mañana, para muchos, en la empresa familiar yo no respetaba horarios y trabajaba poco, nadie sabía que cursaba dos carreras.
En mi empresa solía llegar entre las 10 y las 11 de la mañana, pocos sabían que estaba levantada desde las 6 de la mañana y que me había acostado pasadas las 12 de la noche porque diseño la cursaba de noche.
Nadie me decía nada, aunque todos sabían lo mal que me llevaba con mi hermano, yo no dejaba de ser una de las dueñas.
Kika llegó después de las 9 cuando nuestro horario era 8 y 30.
-Rápido, necesito el informe trimestral de ventas en la costa Atlántica.
No entendí por qué tanto apuro, pero el informe estaba listo.
-Hay que llevárselo a Pupy, acaba de llegar de viaje.
- ¿Lo imprimo?
Le pregunté porque no tenía idea de las costumbres de Pupy.
- ¿Qué otra forma hay?
Lo dijo de mala manera.
-Lo podés mandar por correo interno.
Me miró como si hablase en chino.
-Es para Pupy.
Con eso no dijo nada.
-Siempre le llevó los balances en papel.
Aclaró.
Los imprimí.
Yo le había corregido un cuadro, se entendía mucho mejor cuando lo modifiqué.
Kika ni siquiera miró los documentos.
-Los hiciste vos, llevalos vos.
¿Acaso le tiene miedo?
Pensé.
Era gracioso, porque con el personal que estaba por debajo de ella, era una cocorita y sus modales no eran los mejores.
Tomé los papeles y me dirigí a la oficina del gerente de ventas.
Yo lo recordaba perfectamente, no era de los hombres que pasaban desapercibidos.
Era alto, musculoso, con cara de galán de Hollywood, de esos galanes entre rebeldes y engreídos, que esperan que todos se den vuelta a mirarlos.
Calculé su edad mientras caminaba por la mullida alfombra.
Tendría 33 o 34 años.
Sin dudas esa galán le quitaba el aliento a muchas.
Recordé como se “comía” a Grace Obban en esa fiesta, no era un evento institucional, pero tampoco era una discoteca, sin embargo, su comportamiento no era el mejor, posiblemente se debía al estaba de embriaguez.
En esos eventos el alcohol sobraba y el buen juicio faltaba.
Personalmente, yo le hubiese puesto un freno al comportamiento de un gerente en eventos, cenas o lo que fuere correspondiente a eventos laborales, pero él se comporta como si el mundo le perteneciera.
Es verdad, lo vi una sola vez, pero la gente habla…
Di la vuelta al pasillo y parecía que allí se terminaba la empresa.
Con mi identificación como empleada, abrí una puerta.
Caminé unos metros y a mi izquierda estaba la oficina del intrépido gerente de ventas.
La puerta de su oficina estaba abierta, él estaba detrás de un inmenso escritorio, sentado en un sillón que parecía el trono de un rey.
¿Complejo de grandeza?
Frente a él estaba sentado un hombre, no lo reconocí porque estaba de espalda.
Si bien la puerta estaba abierta, me paré en el umbral, a punto de golpear, antes de entrar.
-Me la cogí y le vendí 50.000, jajaja, estaba desesperada.
Los colores subieron por mi rostro.
Tardé el golpear.
No podía creer su… táctica de venta.
La falta de ética de Pupy supera a la de mi hermano.
¡Este infeliz salía con una de las modelos más bellas del país y luego se acostaba con alguien por un negocio!
Lo peor es que lo contaba como si fuera una gran hazaña.
Creo que no pude disimular mi expresión.
- ¿Quién sos? ¿Qué hacés escuchando una conversación privada?
Apenas escuché su voz, golpeé el marco de la puerta, aunque mis golpes no impidieron que escuchara sus palabras.
-Perdón, señor, buenos días, soy Emma Fonda, la nueva secretaria de Kika.
- ¿Por qué estabas escuchando?
-No escuché nada… simplemente vine a traerle este informe.
Él supo que yo escuché, tal vez se tranquilizó cuando le dije quién era, porque me miró de otra manera, desvistiéndome con la mirada.
No me asustaba su voz gritando, ni su mirada penetrante.
No le tenía miedo a esos cucarachos que piensan que son imponentes.
-Dámelos.
Se los entregué en la mano.
-Permiso.
-No te vayas, explícame esto, porque está distinto.
-Yo le hice un pequeño cambio en el gráfico.
- ¿Por qué? ¿Quién te mandó a hacerlo?
¡Es insoportable!
-Simplemente optimicé los datos, mejoré el diseño y nadie me indicó que lo hiciera.
- ¿Sos nueva?
-Sí.
- ¿No es mucho atrevimiento de tu parte?
- ¿Trabajar? ¿Mejorar la interpretación de un documento?
Pupy me miró con una sonrisa congelada en su rostro, posiblemente nadie le haya contestado de esa manera.
-Acercate y explicame esta curva.
Dijo obviando mi contestación.
Me acerqué a su lado y con una voz dulce y educada, se lo expliqué como si él fuera un idiota que no entendía algo simple.
Luego le sonreí, él entendió mi sorna y desde ese momento, supe que me gané un enemigo.
-Sos brillante.
Me contestó con una sonrisa que prometía que mi vida allí iba a ser una tortura.
La chica rebelde que tenía dentro salió sin que la quiera detener.
-Muchas gracias… señor.
Le dije sonriendo sarcásticamente.
Primero se puso serio y luego con media sonrisa asomándose en su rostro, me guiñó un ojo.
-Podés retirarte.
Dijo con una seriedad fingida.
-Permiso, señor.
Le contesté con educación.
Volví a mi oficina, sabiendo que, de ahora en más, tenía que pisar con mucho cuidado, me gané un enemigo, soberbio y engreído.
Estaba en mi departamento, regalo de mi familia al recibirme de Diseñadora, por suerte estaba a mi nombre, porque eran capaces de quitármelo por desafiarlos al estudiar derecho.
Terminé de cenar, sola, mi novio estaba de viaje por negocios, no vivíamos juntos, aunque se quedaba algunas veces a dormir en casa.
Aproveché mi tiempo para diseñar algunos vestidos de suaré.
Me gustaba el diseño y se me daba fácil, pero no era lo que mi ambición personal dictaba.
Me servía haber aprendido diseño, claro, la empresa familiar era una textil y nadie ponía en juicio mis conocimientos, aunque mi propia familia menospreciar mis diseños.
Aunque al hablar con algunos proveedores, siempre terminaban consultándome sobre las telas, las cantidades, los colores, etc., luego el crédito era de mi hermano por haber comprado tan bien y tener una visión perfecta del negocio.
Quisiera saber cómo se las están arreglando sin mí.
Sé que soy capaz de llevar adelante el legado familiar mucho mejor que Marcelo, tal vez por eso él me opacaba todo el tiempo.
Sonó mi celular, era un número desconocido, pensé que quizás era una compañera de oficina que no tenía registrada.
-Hola…
-Hola ¿Emma?
Respondió la voz de un hombre.
-Sí.
-Soy Ramiro, el amigo de Marcelo.
- ¿Sucedió algo?
Le pregunté con voz dudosa, no había vuelto a hablar con mi familia desde el día en que salí de la casa familiar.
-No, nada, todo está bien…
Me quedé en silencio, esperando que Ramiro siga hablando.
-Te llamaba para invitarte a tomar un café.
Eso me sorprendió.
Luego recordé los ojos penetrantes de Ramiro, que encontré muchas veces, buscando los míos.
Nunca dijo nada.
Estaba claro que nunca se me acercó, porque yo era la hermana pequeña de su amigo.
¿Tuvieron algún problema?
¿Es una trampa?
- ¿Un café’
Pregunté para que no parezca que estoy haciendo conjeturas.
-Te puede parecer extraño, pero… de verdad hace rato que estoy pensando en charlar a solas con vos.
¿La va de conquistador?
Ramiro era un empresario conocido, pero no estaba ligado al sector textil.
Creo que mi hermano lo conoció en la facultad, yo lo conozco desde siempre, hasta recuerdo haber ido a su boda y haber oído sobre su separación.
Nunca se rio de las bromas pesadas o las palabras hirientes que mi hermano me hacía en cada reunión.
Quizás porque era más maduro que mi imbécil hermano.
-No estaría mal, las charlas entre amigos siempre son bienvenidas.
Sonreí por mis palabras.
Hubo un pequeño silencio.
Estaría pensando en la palabra amigos.
Yo sonreí a través del teléfono.
Acepté la invitación, quedamos en encontrarnos al día siguiente en una exclusiva confitería.
Me iba a divertir un rato o al menos enterarme de algún chisme de mi familia, aunque estaba preparada para que Ramiro me invadiera de preguntas para después ir corriendo hasta la puerta de mi hermano y contarle todo.
Entré a la confitería y desde un rincón lejano a muchos ojos imprudentes, estaba Ramiro, quien, muy caballero, se levantó al verme.
-Hola Emma, te ves hermosa.
-Gracias.
Yo lo estudiaba a él y creo que era recíproco.
-Me alegra que hayas aceptado mi invitación.
-Me sorprendió, eso no te lo puedo negar.
- ¿Por qué te sorprendió?
-Porque sos amigo de mi hermano y creo que te conozco desde que nací.
-Casi.
Dice riendo.
-Me hacés sentir viejo.
-Eso corre por tu cuenta.
- ¿Sigo en carrera?
-Depende… ¿En qué categoría corres?
Se acercó a mí y muy cerquita de mi oído, dijo.
-Formula 1.
Yo no me aparté, tampoco tomaba en serio esta repentina seducción.
Le sonreí abiertamente.
-Contame de tu vida…
Jajaja.
¿Esto es para su amigo?
-Todo normal.
Le contesto con evasivas, mientras le agradezco al camarero que nos está sirviendo.
- ¿Normal significa que tenés novio o que estás sin pareja?
Le sonreí, al menos no hablé de mi familia.
-Con novio.
- ¿Vivís con él?
-No.
- ¿Sabe que estás acá?
-No es mi carcelero,
-No lo sabe.
Dijo con una sonrisa se victoria.
-Está de viaje, por negocios.
-Mmm, esos viajes…
-Seguramente hablás por tu experiencia.
-Son experiencias generales.
-Depende.
- ¿Confias plenamente en tu novio?
-No, pero no soy celosa.
-Yo tampoco soy celoso.
Le sonreí, ¿Realmente piensa que me puede seducir?
-Hace mucho que tenía intenciones de conocerte mejor, pero tu hermano…
- ¿No sigo teniendo un hermano?
-Quizás, pero ustedes están distanciados.
-Igual que siempre.
-Antes se veían.
-Pero no éramos cercanos.
-Él no sabe que te llamé, simplemente me comentó que tuvieron unos inconvenientes y…
- ¿Él llama inconveniente a darme una bofetada a mis 23 años? Tuvo suerte de que no lo demandé.
- ¿Serías capaz?
- ¿Por qué no?
-Es tu hermano.
-Sí, es mi hermano, el que siempre me menospreció, estoy segura de que no me permitió participar en la dirección de MyE por miedo de que lo opacara, en el fondo es inseguro.
-Vos sos muy segura, impetuosa…
-Sí, es verdad, soy… indoblegable.
-Me gustaría… doblegarte… en otro lugar.
Jajaja.
Quiso tomarme por sorpresa.
-Eso lo veo difícil…
-Me gustás mucho…
Dijo de repente y un segundo después, su boca se había apoderado de la mía.
No lo esperé, al menos no en ese momento.
Tampoco le respondí, aunque tampoco le hice un escándalo, ni siquiera un comentario.
Seguimos hablando un rato más y luego, con la excusa de madrugar, nos dirigímos a la salida.
Fue cuando lo vi a Pupy, mi jefe, él estaba acompañado por una modelo, que no era la del evento, y era un poco menos conocida.
Pretendí disimular y evitar el saludo, se saludó con un ademán y de pasada con Ramiro.
Nuestras miradas terminaron por cruzarse, yo solo le sonreí.