Becca entro a la oficina, y de inmediato Asher se percató de que algo no estaba bien.
—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose con rapidez.
—Afuera… —tragó saliva— está tu madre… con Aurora. Y ella…
—Seguro vinieron a molestar —replicó con fastidio—. Déjalas.
—No, Asher. Esta vez… tienes que verlo con tus propios ojos.
El tono de Becca fue suficiente para que él saliera sin pensarlo.
Allí estaban. Aurora, vestida de rosa pálido. A su lado, Camelia sonreía con esa satisfacción venenosa que Asher conocía demasiado bien.
—¿Qué demonios quieren ahora? —estalló—. ¿No recuerdan lo que les advertí la última vez?
—No le hables así a la madre de tu hijo —sentenció Camelia con una calma cruel.
El golpe de esas palabras lo hizo detenerse.
—¿De qué demonios estás hablando?
Aurora dio un paso al frente, con las manos temblando.
—Estoy embarazada, Asher.
Por un instante, nadie se movió. Becca sintió cómo el piso bajo sus pies desaparecía.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó él, frunciendo el ceño.
Aurora sac