Horas más tarde, Asher se encontraba en su oficina, rodeado de papeles y notas adhesivas, concentrado en los preparativos de la fiesta infantil para el orfanato Niños Felices, un lugar que visitaba con frecuencia, casi como un refugio personal. Su mundo, por un instante, parecía girar en torno a la inocencia de aquellos niños.Un leve golpeteo en la puerta interrumpió sus pensamientos.—¿Me llamó, señor Asher? —preguntó Becca al entrar, esbozando una sonrisa forzada. No importaba cuánto doliera, no se permitiría mostrar debilidad frente a él.Asher levantó la vista, pero sus palabras se atoraron al verla. Su mirada se desvió sutilmente a su mejilla. El maquillaje intentaba ocultarlo, pero no era suficiente. El rastro estaba allí: tenue, pero inconfundible.—Sí, señorita… por favor… —titubeó, visiblemente desconcertado. Carraspeó y volvió a mirar sus papeles—. Cancele todas mis citas. Luego, regrese.—Entiendo —respondió ella, girándose para salir.—¡Espere! —ordenó él con firmeza.Ash
Ler mais