El abogado lanzó un suspiro después de su trago.
Se inclinó hacia adelante, brazos sobre la mesa, mordió su labio inferior, mirando a su amigo a la cara.
—Lamentablemente sí la vi —ya no reía—, pero no puedo contarte nada más.
Max se extrañó bastante al escuchar eso.
—¿Por qué? ¿Tan malo fue?
Adam abrió los ojos de par en par y rió nuevamente.
—Malo, dices. —Risas, negación con su cabeza—. Fue el maldito peor encuentro que he tenido en mi desgraciada vida.
Max se enderezó un poco, entró en alerta. Ya podía entender por qué Adam estaba bebiendo así, pero pensó que todo estaba ya superado.
—¿Cómo está ella? Peter la aprecia mucho, lo sabes. Nosotros la apreciamos mucho, las chicas la extrañan. Casualmente hablé con él ayer.
—¿Con quién?
—Con Peter. ¿La viste aquí en Londres? No debe saberlo, me lo habría dicho. ¿Dónde está? A Carla podría agradarle saber que ella está en la ciudad.
Adam miró la mesa, restregó sus párpados. Solo con la presencia de “El Gran Jefe”, Maximiliano Ba