La señora Nelly se encargó de lavar los trastes del desayuno después de comer. Julián y yo aprovechamos el momento para mostrarle su nuevo cuarto a Isabella.
Trataba de mantenerme calmada, pero lo cierto era que estaba hecha un manojo de nervios. Tener a Isa de regreso era maravilloso, pero también lo sentía como una prueba. Estaba por mostrarle mi nueva vida, la cual también sería suya y deseaba con todo el corazón que le gustara.
—¡Vamos a conocer tu nuevo cuarto! —le propuse con una gran sonrisa.
Ella se emocionó al instante.
—!Shi! —gritó alzando los dos bracitos y casi se lanza de la silla para bajarse.
Julián reaccionó rápido y la atrapó antes de que se cayera. Isa lo miró recelosa. Tal parecía que no porque hubieran coloreado juntos ya eran amigos. La niña se soltó de sus brazos y tan desenvuelta como siempre fue por su maleta rosa con ruedas en la que había traído sus cosas.
—¿Te ayudo? —se ofreció Julián.
Isa lo miró de reojo, como si Julián fuera una especie de ladrón que