El vestido que usaría aguardaba sobre la cama, sonreí emocionada al verlo. Hacía unas horas atrás, Julián y yo fingiríamos ante los medios tener una relación, pero ahora sería real. Él me presentaría como su prometida y yo no podía estar más feliz.
Me puse el vestido: un diseño de líneas sencillas en satén dorado que se amoldaba con gracia a mi cuerpo sin ser vulgar. Era de tirantes y la espalda quedaba descubierta desde la mitad.
Julián tocó la puerta.
—Adelante —dije y él entró justo cuando solo faltaba subirme el cierre.
Asentí cuando preguntó si necesitaba ayuda para subirlo.
Le di la espalda y coloqué mi cabello a un lado. Sus manos tibias rozaron mi piel mientras cerraba el vestido, una deliciosa corriente me recorrió la columna e hizo que se me erizara el vello, me estremecí sin querer.
Al terminar, Julián dejó una caricia leve sobre mis hombros. Me giré y me encontré con sus ojos oscuros, la luz de las estrellas brillaba en ellos.
—Estás preciosa.
Me sentía como una qu