Camila
Hubiera querido que Julián me acompañara, pero las cosas en Libertaria para él no estaban mejor. Si yo me enfrentaría a las acusaciones de Emilio en el Tribunal de Familia, él iba a asumir su nuevo puesto como Jefe de Redacción de la Sección de Política, un cargo menor al que ostentaba, por lo tanto, era una especie de degradación laboral.
La sala de espera del Tribunal se sentía fría, el murmullo de las personas a mi alrededor me aturdía, no dejaba de pensar en posibles escenarios.
—Primero escucharemos lo que Emilio tiene que decir —dijo Eduardo—, ¿de acuerdo?
Asentí, nerviosa
El Alguacil salió y nos informó que podíamos pasar a la sala de audiencias. Tragué, las piernas se me habían convertido en gelatina, las manos me sudaban. Eduardo caminaba a mi lado, una vez adentro, ocupamos nuestros lugares frente al estrado.
Casi inmediatamente entraron Emilio y su abogada. Nuestros ojos se cruzaron, vi rencor en los suyos. No podía creer como fue que estuve casada con él durante se