Capítulo 9
Dylan frunció apenas el ceño; una punzada extraña le cruzó por dentro. Se masajeó la sien, empujó hacia abajo esa sensación de desajuste y dijo:

—La sesión del consejo no puede empezar tarde.

Mía se incorporó aún envuelta en la sábana; con la punta de los dedos dibujó círculos en su espalda.

—Entonces… ¿vuelves temprano hoy?

El rubor satisfecho le avivaba las mejillas; en los ojos, sin embargo, le brilló un cálculo frío. Apenas Dylan salió, Mía tomó el celular y llamó a Clara.

—Te lo dije —la voz de su madre se le desbordó de alegría contenida—: Dylan no te ha soltado. En el hospital ya quedó todo arreglado; el médico que te vio va a reconocer que fue una mala interpretación. En cuanto estés embarazada, quiero ver con qué te compite Aitana.

***

Dylan llegó a la empresa. Al cruzar a la sala de juntas, vio a varios consejeros arremolinados alrededor de un directivo, colmándolo de consideraciones.

—Benjamín, cuídese, por favor.

—Estas sesiones puede tomarlas en línea. No se esfuerce.

El h
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