Carraspeó y preguntó con voz grave:
—¿Quién es?
—La señorita Mero y su madre.
La luz en su mirada se apagó de golpe, como una vela a la que le soplan de pronto.
—No las recibas.
Pasó la noche esperando, pero la persona que deseaba ver no apareció. Fernando se plantó frente al ventanal que daba a la puerta principal y encendió un cigarrillo. Entre las volutas de humo, se dibujó una sonrisa amarga.
—¿Qué se supone que estoy haciendo?
***
Daisy, por su parte, quería ir esa misma noche a ver en secreto a la abuela, pues no dejaba de preocuparse por ella. Sin embargo, algo inesperado le ocurrió a Javier.
Mientras estaban en una tienda de ropa, Daisy se ausentó un momento para ir al baño y, en ese corto lapso, alguien apuñaló a Javier.
Aunque no fue herido de muerte, la lesión fue grave porque la hoja del cuchillo estaba envenenada.
Era urgente desintoxicarlo, así que Daisy no tuvo más opción que pedirle a Enzo, disfrazado de médico de la familia Suárez, que fuera a averiguar qué sucedía con