(NARRACIÓN EN TERCERA PERSONA)
La academia de música “Renacer” olía a madera pulida y cuero nuevo, como siempre. Olivia estaba acomodando una colección de folletos recién impresos cerca de la caja cuando la campana de la puerta sonó con más fuerza de lo habitual.
—¡Olivia Hale, Dios mío! —Exclamó al verla.
Antes de que pudiera girarse, Karla la envolvió en un abrazo que casi la derribó. Las perlas del collar de Karla se clavaron en su clavícula, pero Olivia no protestó.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaron? ¡Juro que si encuentro a Beatriz le arranco esas extensiones postizas con las manos! —Karla la examinó como una doctora en zona de guerra: levantándole las mangas para buscar moretones, revisando su cuello en busca de marcas.
Pero antes de que pudiera continuar revisándola, Olivia atrapó sus manos.
—Estoy intacta. En serio, descuida. —Musitó la rubia intentando tranquilizarla.
Karla no se convenció. Sus ojos marrones que normalmente llenos de burbujeante irreverencia y efusividad, aho