YA NO TE PERTENEZCO
La última patrulla se retiró justo cuando el alba comenzaba a teñir de gris pálido los jardines devastados por las huellas de neumáticos. La mansión Winchester, herida pero en pie, exhalaba un silencio cargado de electricidad estática. La fachada de piedra parecía más fría, más distante, como si ella misma se hubiera blindado.
En la biblioteca, el olor a brandy viejo y pólvora residual se mezclaba con el de la tensión no disipada. Lion estaba de pie frente a la chimenea apagada, su espalda rígida. Gabriel, hundido en un sillón de cuero, observaba las huellas de botas en la alfombra persa con una mirada vacía. Olivia, envuelta en un chal, sostenía una taza de té que no bebía, sus ojos saltando entre cada sombra en la habitación. Elara, la más joven, había sido sedada por el médico de cabecera y llevada a una suite de invitados, lejos del ala violada.
Samuel entra. No como el hijo, ni el novio. Entra como el Agente. Cierra las pesadas puertas de roble con un clic de