127: El preludio

El intruso no se inmutó al ver el arma. Su sonrisa fría se mantuvo, un gesto calculado que heló la sangre de Ethan.

—El Sr. Ethan Reed… —Dijo el hombre con una voz sorprendentemente educada, casi era un susurro. —Lamento la intrusión. Solo soy un mensajero.

—¿Un mensajero no llama a la puerta? —Ethan mantuvo el arma firme, aunque sentía cómo le temblaba levemente la mano.

—Algunos mensajes requieren... discreción. —Respondió el hombre, sin hacer ningún movimiento repentino. —La señorita Astor pensó que usted apreciaría la sutileza.

Ethan al instante sintió un golpe de rabia fulminante. Camila. Era una declaración de guerra, una demostración de poder. Podía llegar a él cuando quisiera.

—¿Qué quiere? —Exigió, con más firmeza de la que sentía.

—Solo recordarle la lealtad debida. —El hombre deslizó lentamente la mano dentro de su chaqueta. Ethan entonces apretó el gatillo, solo un milímetro. —Tranquilo, Sr. Reed. Solo quiero enseñarle esto. —Aclaró sacando un sobre doblado del bolsillo in
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