El viaje de regreso a la mansión Winchester fue un silencio elocuente. Olivia miraba por la ventana de la limusina, la ciudad iluminada era un río de diamantes negros y fuego frío. No sentía euforia, ni el vacío que a menudo sigue a la venganza. Sentía… una calma resuelta. Había mirado al abismo y, en lugar de caer, había aprendido a navegar sus corrientes. El espectáculo de la destrucción de Allison y Caleb no le había provocado placer, sino una confirmación: el mundo que ellos representaban—el de la traición, la envidia y la mentira—se merecía su fin.
Andrés, en el asiento delantero, mantenía su habitual discreción, pero había transmitido un mensaje lacónico a través del cristal polarizado que los separaba: "El señor Winchester está al tanto. Espera en la mansión".
No era una sorpresa. Lion tenía ojos en todas partes. Especialmente cuando se trataba de ella.
Al llegar, la mansión estaba inusualmente silenciosa. No había rastro del personal, solo las luces tenues encendidas, guiándol