Mundo de ficçãoIniciar sessãoSiento que la sangre abandona mi rostro al escuchar lo que dijo. Su voz arrastra la pregunta de un modo que me eriza la piel. Intento encontrar una respuesta, alguna que no lo haga explotar, pero nada se me ocurre. Porque en ese momento en que estaba enfrentando a Andy, me sentí tan abochornada y avergonzada que quise utilizar el poder que me brindaba ser su esposa. Pero no le daría el gusto de admitirlo.
—Doctora Lilian —habla ahora tranquilo, sentándose con los pies cruzados delante de mí—, me parece que usted no sabe la magnitud de su cargo y de lo que estuvo a punto de hacer. —Yo no iba a hacer nada —respondo, sentándome nerviosamente delante de él. ¿A quién engaño? Sin mirarlo, sé que se está riendo, porque siento que no puedo ocultarle nada. Me ha agarrado en el acto. Para Alessandro Minetti soy un libro abierto que disfruta leer a su a






