Mundo ficciónIniciar sesiónAlessandro Minetti camina lentamente hasta detenerse frente a mí. Su presencia me envuelve, poderosa e intimidante, mientras deliberadamente se toma su tiempo en responder. Se detiene, inclinándose lo suficiente cerca para hacerme sentir intimidada.
—¿Quiere irse ahora? —frunce el ceño, poniéndose serio—. ¿No me pidió que arreglara para que trabajara por la mañana y, a partir del mediodía, con mi abuelo? Pues ya está, lo hice. A partir de ahora terminará al mediodía. —¿De veras, así de fácil? —pregunto con incredulidad. —Ya le dije, Rufo es mi amigo, y este hospital casi me pertenece —da dos pasos hacia la puerta, pero se detiene—. Otra cosa: ya no hará más guardias en emergencia, solo con mi abuelo. —¿Lo dice en serio? —no puedo dejar de preguntar&mdas






