Mundo ficciónIniciar sesiónUn nudo malévolo en mi garganta, mezclado con una necesidad irracional de confrontarlo, se hace grande. Pero no me quedan fuerzas, ni físicas ni emocionales, para entablar otro duelo con él. Casi estoy segura de lo que contestará y no me decepciona.
—No, eres mi esposa —se niega de inmediato—. Puede entender que no lo atiendas porque estás enferma, pero no que se vaya para la casa de su mamá. Si le digo eso, de seguro va a ir a pedirle que venga a quedarse aquí ella y Luci. Créame, conozco al abuelo; las mudará para aquí. Tenemos que pensar en otra cosa. ¿No podemos convencer a su mamá de que no estarás aquí, quizás que viajamos? —Dios, ¿por qué todo es tan complicado? —me siento realmente frustrada—. ¡Malditos, tenían que darme un tiro y enredarlo todo! —Perdóname, Lil






