Mundo ficciónIniciar sesiónÉl me mira, y en sus ojos hay algo feroz, pero no es rabia; es determinación. Suavemente, pero con firmeza, toma mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo directamente.
—Porque es la verdad, Lilian —responde Alessandro, manteniendo el tono bajo, pero con una contundencia que eriza mi piel—. No hay amigos en este salón. Ni uno solo. Todos esperan nuestra caída, y si encuentran una debilidad, la usarán. Así que mantenga la cabeza fría y escuche lo que le digo. —Alessandro, yo simplemente… no sé si puedo —admito, tratando de no dejar que la voz quebrada me delate. —Cálmese. Se lo digo porque tiene que saber el peligro que enfrentamos. Por eso no se moverá de mi lado —me ordena muy serio—. O del lado del abuelo en caso de que yo deba hacerlo. Y no hable nada, no me fío de lo que dice. Aunque sea nuestra casa






