Mundo ficciónIniciar sesiónMe asusto ante su grito y la terrible expresión de odio que veo en su rostro, y por lo que acaba de decir. Asiento con la cabeza, sintiendo que mi mundo se desmorona. Seco mi rostro y trato de esconder con maquillaje que he llorado, cosa difícil porque toda mi cara está muy roja, al igual que mis ojos. Salgo despacio del baño. Él me mira, se acerca, me carga y me lleva hacia el auto. Nos dirigimos en silencio a mi casa.
—Señor, señor Minetti —lo llamo suavemente cuando estamos llegando. Él retuerce el rostro y me mira molesto. —¿Qué, va a seguir lamentándose? —pregunta bruscamente. —No, señor. Solo quería pedirle que me deje hablar a mí con mamá. Le prometo que lo haré, nos mudaremos mañana. —Señora Minetti, no tengo paciencia para sus juegos —dice secamente—. &iex






