Mundo ficciónIniciar sesiónMinetti deja caer el vestido sobre una silla cercana mientras me dirige una mirada afilada, como si no le importara en absoluto que esté siendo incapaz de disimular mi mal humor. Es como si mi rabia fuera insignificante para él.
—Señora Minetti —repite, como si ese título hubiera adquirido un peso imposible de ignorar ahora—: Acostúmbrese. En mi mundo no se trata de elegir lo que quiere. Se trata de sobrevivir. Y si no sabe cómo hacerlo, entonces será aplastada. Así de simple. —Está bien, está bien, discúlpeme, no resople, no resople. Estoy muy adolorida y cada movimiento que hago es una tortura, y ahora tengo que repetirlo todo por el vestido —cedo un poco; creo que se me está yendo la mano con los regaños—. Por favor, termine de vestirme, no quiero seguir desnuda delante de usted tocándome todo el cuerpo. Me pone nerviosa. &n






