Sonríe al escucharme. Se acerca a mí, con pasos lentos y deliberados, hasta que la distancia entre nosotros es mínima. Su proximidad me sofoca, pero no retrocedo. No le daré el gusto. Minetti suelta un suspiro irónico y se aparta al llegar mi hermana Lucila.

—Ah, por cierto —se gira antes de salir, con una sonrisa burlona—, bonita habitación. No me la imaginaba así, tan simple.

Y entonces, desaparece, dejándome con un vacío en el pecho y una rabia que hierve bajo mi piel.  

—A ver, Lili —me pregunta Luci, metida en mi closet—. ¿Qué quieres ponerte?  

—Yo las espero allá abajo, avísenme cuando terminen para ayudarlas —dice y se marcha, dejando a Luci mirándome interrogante.  

—Cuenta todo, ¿quién es en realidad? A mí no me engañas, ese hombre te mira posesivamente &md