Me quedo mirando el vaso de agua en mis manos, preguntándome cómo voy a seguir viviendo, rodeada de escoltas, taxis asignados y las miradas calculadoras de un hombre que parece controlarlo todo. Pienso en mi familia, en Luci, en mamá, en ese viejo edificio que parece a punto de derrumbarse. Lo cierto es que no sé cómo tomar lo que acaba de decir. Por un lado, protegerlas suena sensato, pero por otro, ¿quién libera a una familia envolviéndola con cadenas invisibles?
Levanto la mirada y lo miro fijamente, buscando respuestas en su rostro que, como siempre, es una máscara impenetrable. —Señor, ¿pero cómo voy a justificar todos esos cambios? Se necesita mucho dinero para eso y yo no lo tengo —. Nada más me gustaría que poder sacar a mamá de esa horrible lavandería que la esclaviza. Muevo la cabeza tratando de alejar la borrachera