CAPÍTULO— “Golpe público”
Después de que Héctor Castro se fue del hotel, ninguno de los dos imaginó que su presencia pasaría desapercibida.
Los gritos del hombre, la forma en la que Samuel lo enfrentó, la tensión que sacudió el lobby…
Todo quedó grabado en celulares, comentado por empleados y huéspedes, y subido a redes sociales en cuestión de minutos.
Pero lo peor todavía no había llegado.
Ese caos era apenas un preludio.
Las verdaderas explosiones estaban por desatarse.
Esa mañana, Victoria había entrado a la oficina de Samuel con un té caliente en las manos.
—Estamos juntos en esto, amor —le dijo con suavidad, entregándole la taza—. No vamos a dejar que lo que hizo tu abuelo arruine nada. No después de anoche.
Samuel la abrazó con una gratitud que lo desbordaba.
—Gracias, Vicky… —murmuró—. Gracias por apoyarme.
Ella apoyó la frente contra su pecho.
—Estoy contigo, Samuel. Vos estuviste conmigo primero. Me elegiste cuando nadie más lo hizo. Y yo te elijo para