Capítulo — “Lo que despertó en mí”
Punto de vista de Victoria
Nunca pensé que Samuel podía ponerse tan celoso.
No así.
No con esa intensidad silenciosa que es mil veces peor que un grito.
Pero lo vi.
Lo sentí.
Cuando Julián entró al hotel y yo corrí a abrazarlo, Samuel quedó clavado en el piso como si lo hubiesen golpeado en el pecho.
Y me gustó.
Ay, sí. Me gustó demasiado.
No porque quisiera lastimarlo. Lo juro, eso jamás.
Sino porque vi algo que nunca había visto en ningún hombre que alguna vez dijo quererme: me eligió.
No con palabras, sino con esa tensión en la mandíbula, con la forma en que tragó saliva, con la forma en que supe que estaba callando todo lo que quería decir.
Y sí… me gustó verlo así, tan mío sin decirlo.
Fue como ver el alma de Samuel sin su armadura.
Después de la cena y nuestro beso, lo entendí aún más.
Cuando se fue “porque lo habían llamado” —esa excusa tan improvisada que casi me hizo reír— me quedé mirando la puerta un rato largo. Tenía la sen