Capítulo 24 — La amiga falsa ataca
El día había sido un torbellino. Samuel llevaba horas revisando grabaciones, entrevistando discretamente al personal y conectando piezas que hasta entonces parecían dispersas. No era casualidad lo de las habitaciones, ni un simple error de mantenimiento: era un sabotaje planeado con precisión quirúrgica.
Entre tanto caos, hubo un gesto que lo sorprendió y le arrancó una chispa de alivio en medio de la tormenta. Una recepcionista tocó la puerta de su oficina y le dejó una bandeja: un café caliente, jugo y unas tostadas con fruta.
—Es de parte de la señora Victoria —dijo, antes de marcharse.
Samuel se quedó mirándolo un segundo. Ese detalle mínimo, pero inesperado, le hizo latir el corazón de otra manera. Ella había pensado en él, aunque fuera de ese modo silencioso.
Sonrió apenas, como si se permitiera un instante de debilidad. Nunca imaginé que ella se tomaría la molestia de enviarme algo… pensó. Pero enseguida se obligó a recobrar la rigidez. De