Capítulo 10 — El huésped incómodo
Esa misma tarde el lobby del Montaldo estaba especialmente concurrido aquella tarde. Una convención médica había llenado los pasillos de trajes formales y maletines de cuero. El murmullo de voces en distintos idiomas se mezclaba con el aroma del café del bar y el chasquido de las ruedas de las valijas sobre el mármol.
Victoria cruzaba el hall con paso firme, revisando en su tablet los reportes del día, cuando un alboroto en la recepción la obligó a detenerse.
Un hombre alto, de acento extranjero y gesto altanero, golpeaba el mostrador con la palma abierta. La recepcionista trataba de explicarle algo, pero él alzaba la voz cada vez más.
—¡Esto es inaceptable! —vociferaba—. La habitación no tiene nada que ver con lo que mostraba la página web. Me siento estafado.
Victoria se adelantó, impecable con su traje gris.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó con esa voz calma y cortante que obligaba a todos a enderezar la espalda.
El cliente se giró hacia ella, a