Capítulo 55. La verdad o la mentira

Mauricio entró a su oficina y puso el maletín sobre el escritorio. Mario lo siguió.

—Sabes muy bien que no puedo representar a los Collins.

— ¡Claro que lo harás! El gobernador en persona te recomendó.

—Yo asesoro a la chica que va a demandar.

— ¡¿Qué tú asesoras?! ¿Qué vas a demandar? ¿Te has vuelto loco? Esa mujer no nos pagará lo que pagarán los Collins.

—Lo hago pro bono.

Mario puso el puente de su nariz entre pulgar e índice.

—No puedes hablar en serio. Esa mujer es una…

—Es mi amiga, Mario.

—Podrás ser la madre Teresa, pero no tiene dinero, y es lo importante…

—Exacto, los Collins tienen dinero, y están hasta el cuello, ¿quieres ver dinero? De allí sacaremos suficiente. Diles que no los puedo atender.

— ¡No puedo rechazarlos! —Expresó elevando las manos como quien expresa seguro que la tierra no es plana y que a los millonarios no se les da la espalda—. Mira, si crees que tienes un caso, será mejor que sea mucha mierd@, para poder negociar.

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