Capítulo 18. Cuando el cinismo es arte
—Eres un cínico, ¡Lo sabías! Por eso no me soltaste la mano.
Mauricio se echó a reír.
— ¿Cómo iba a saber que el hombre era amigo de Andrés?
—Me conoces, viste que estaba incómoda e intuiste que era porque me metías en problema.
—Cálmate, no estábamos haciendo nada malo.
—Quieres que Andrés me deje, debería hacer lo mismo e ir a marcar territorio a tu bufete para que Catalina vea.
— ¿Me estás diciendo que sí podemos intentarlo tú y yo?
Verónica dio un trago a su té y resistió echarlo encima de su risueña cara.
—Digamos que tengo curiosidad en conocer tu plan con respecto a nuestras parejas.
Mauricio la sostuvo con la mirada, sin alterarse.
—Tengo cosas que resolver. Catalina es una de ellas. No voy a darte detalles, pero es un pendiente. Igual que tú tienes el tuyo con Andrés. Ambos debemos decidir qué queremos, y procurar hacer el menor daño posible en nuestras vidas.
Verónica arqueó una ceja sin entender nada.
— ¿Y eso qué significa? Háblame c