Solo murmuraba, sin esperar respuesta.
Pero Luis, cuando tomó el equipaje, sorprendentemente explicó a Dulcinea:
—Es una de nuestras filiales en Europa. Tengo que ir personalmente a resolver un problema… Ah, y el Dr. Allen dijo que te estás recuperando bien de la cirugía. Estoy buscando las córneas lo más rápido posible. Dulcinea, te prometo que en un mes volverás a ver.
Dulcinea estaba acostada en la cama, escuchando sus palabras llenas de supuesta profundidad.
Una filial en Europa…
Seguramente se iba a Alemania.
Ella lo encontraba irónico; él podía no amarla, pero ¿por qué tenía que engañarla una y otra vez? Ahora, con su actuación torpe, ni siquiera quería fingir más…
Los labios de Dulcinea se curvaron en una ligera sonrisa de burla.
Luis la besó en la mejilla y susurró:
—El chofer me espera abajo. Dulci… espérame.
Ella nunca lo esperó.
Esa noche, la retina de Dulcinea se desprendió, causándole un dolor insoportable. Después de examinarla, el Dr. Allen le dijo a Catalina con graveda