—Lord Nya —intervino Leah—. Esta es una orden directa del alfa. Y no se hace para exhibir, sino para solucionar este conflicto. Además, Ada ha dicho que no fue su culpa.
El anciano consejero negó con la cabeza.
—Para este tipo de… cosas se necesita un permiso del Rey. No es solo el don de videncia, es todo don en general.
—Su majestad jamás mencionó algo que limitara el don del consejero del Este —mencionó Noah con una expresión seria en el rostro y, acto seguido, le hizo una señal con la mano a Ada.
—No, he dicho que no, hasta que…
—Es una orden directa del alfa —repitió Leah, y esta vez sus palabras no sonaron tan amables—. Usted ha dicho la importancia de las jerarquías. Puede que sea un consejero enviado por su majestad, pero en este territorio existe un alfa, y se le debe respeto en las decisiones que tome.
El viejo vaciló, dio un paso atrás. Lo dicho por la compañera del alfa tenía toda la coherencia del mundo.
—Es cierto… pero —ni siquiera sabía con qué argumento lo zafaba de