«Estoy muerto…» Eso se repetía una y otra vez en la mente de Cassian. Su estómago seguía revuelto y su boca, seca.
Porque, de una u otra manera, donde sea que se escondieran… el alfa demonio Lucian los iba a encontrar.
…
Leah se arrepintió al segundo de haber dado ese beso. Sus labios, apenas entreabiertos, rozaban los de Noah. Su respiración se volvió entrecortada por el temor al desaire. A la humillación.
Él permanecía inmóvil. No la apartó, pero tampoco participaba del acto.
«Nadie quiere una loba usada. Una que ya fue montada, marcada, contaminada por el demonio Lucian. Así que deja de tratar de seducir al alfa». Las palabras venenosas de Aurora retumbaron en su cabeza.
Sus labios temblaron. Estuvo a punto de alejarse… de fingir demencia.
Sin embargo, la mano del alfa Noah atrapó su barbilla. El contacto fue delicado.
Entonces, él tomó el control del beso.
En un parpadeo, la intensidad pasó de suave a desbordada.
No era que el beso resultara apresurado; solo que lo