Otra ronda de guerreros jóvenes y con poca experiencia en el campo de batalla llegó al Este.
El alfa Noah mostraba tensión al recibirlos. ¿Por qué? Porque esos lobos venían directo del territorio Oeste. El lugar de donde provenía su compañera. El lugar donde Lucian la mantuvo prisionera.
Mehir, el heredero del territorio, se presentó con una reverencia y una sonrisa amplia. Su padre, un lobo hábil llamado Mahesh, no tenía relación alguna con Lucian. Su liderazgo en el Oeste solo respondía a su fidelidad inmensa al Rey Licántropo.
—Es un honor volver a verlo, alfa Noahleem —dijo con solemnidad, como si su admiración fuese genuina—. En el Oeste son contadas sus grandes hazañas.
Noah asintió sin más. No le gustaba la adulación; la consideraba innecesaria.
—La gente exagera —soltó mientras se adelantaba—. El lugar donde se van a instalar está por acá.
Mehir lo siguió. Al cruzar el campo de entrenamiento, abrió los ojos con asombro al ver una figura femenina delicada. Una joven de cabello