006 Ella es...
A su alrededor, el vapor extraño se extendía. Su piel ardía con un calor antinatural. Las gotas de sudor resbalaban por su frente, su cuello, su espalda.
Sus ojos verdes, con el iris dilatado, se enfocaron en esa loba. La conocía. La había visto antes. ¿Pero dónde? ¿Quién era ella?
Escarbó entre sus recuerdos. Necesitaba encontrar la respuesta, pero no daba con ese olor.
Era un rostro tan familiar como lejano.
Esos ojos cafés, semejantes a la miel silvestre; la piel clara, como si el sol nunca la hubiera tocado; el cabello largo le recordaba la corteza del árbol más antiguo que su padre le mostró alguna vez en las tierras del Este.
Le atrapó la barbilla con una mano.
Esa loba era delgada, bajita, de tamaño parecido al de una humana. Pero su olor, ese adictivo olor, le gritaba que no lo era.
Un par de lobos se acercaron. Uno la sujetó bruscamente por la cintura. Otro olfateó su cabello y tiró de un mechón grueso en su nuca.
Noah los apartó a ambos.
Al primero le dio un puñ