Todo el cuerpo del alfa sufrió espasmos que lo llevaron a volverse a transformar.
Noahlím sintió su corazón frenético golpear sus costillas, su propia ropa empapada de la sangre de Cassian. Apretó con fuerza el trapo que detenía la hemorragia y, sin miramientos, trepó a la espalda de su padre.
Su hermano le dijo que seguía mareado. Dentro de todo se encontraba bien; lo urgente era el joven con la herida mortal en el abdomen.
—Están heridos, en la montaña, corran para auxiliarlos —Noahlím advirtió a los guardias al llegar a la entrada del territorio.
Mientras tanto, el alfa tomó con cuidado al chico envuelto con su propia capa y corrió al lugar de los lobos sanadores. Ella fue detrás de su padre. Entonces fue consciente de que todo su cuerpo temblaba. Sus hombros temblaban, su mirada se perdió en el vacío y cayó de rodillas al verlo desaparecer entre los árboles.
Noah llegó al área. El aire olía a sangre y hierbas amargas. Ahí se encontraba Ezra que al mirar el bulto ensangrentado,