Daniela sonrió con determinación y dijo:
—Ya es tarde, Benito, esta noche hasta aquí llegamos. Nos vamos, gracias por la invitación.
Al escucharla, Benito se puso serio de inmediato.
—¿Ya se van, tan temprano señora Daniela? ¿Por qué no se quedan un ratito más?
Daniela se levantó con calma. Su propósito al venir a esta cena era evidente: dejarle en claro a los viejos accionistas que no le temía a nadie, que no era tan fácil intimidarla.
Justo cuando ella y Baltasar se disponían a salir del reservado,
Benito volvió a sonreír, esta vez con una mirada algo intrigante.
—Señora Daniela, ¿qué le parece si hablamos de una posible colaboración?
Daniela le respondió con una sonrisa bastante tranquila, lo miró fijamente unos segundos y, tras pensarlo un poco, dijo:
—Está bien.
Benito la invitó a sentarse de nuevo, y ella accedió.
Baltasar y el asistente de Benito fueron los primeros en salir; a veces, los empleados no deben escuchar lo que se dice entre los jefes.
Baltasar, ya algo tomado, y el