Cuando Marina despertó esa noche, se dio cuenta de que Diego ya no estaba a su lado. Soltó un perezoso bostezo, se destapó y se levantó de la cama, caminando fuera del dormitorio. Buscó por la casa hasta que por fin lo encontró en la oficina.
—¿Mi amor, por qué no estás durmiendo a esta hora?
Marina se acercó al escritorio, se puso a su lado y le apoyó una mano en el hombro. Se inclinó un poco y empezó a curiosear las fotos que estaban en la computadora.
—¿Fotos de Baltasar con Daniela? ¿Lo estás investigando?
Diego, al verla en pijama, subió un poco la temperatura del aire acondicionado, la abrazó y apoyó con dulzura su barbilla en su hombro.
—No sé mucho sobre su carácter, así que pedí que lo observaran un poco.
Marina comprendió que Diego lo hacía solo por el bien de su hija. Le preocupaba que si Baltasar se enteraba de esto, podría afectar la relación de los dos jóvenes. Diego sabía que en realidad no le quedaba mucho tiempo y quería conocer a Baltasar antes de que su hija se casar