Capítulo 51

"El tiempo pasa y no pregunta", dicen. Dos semanas después,  me vi con mi madre en la puerta de mi casa. Mi sorpresa fue que no venía sola sino con mis suegros.

Felipe me había contado que la pelea suya con sus padres fue tan fuerte que juró no hablarles jamás. Por lo visto ellos no pensaban igual, pues acompañaron a mi madre para pedir algunas explicaciones y no solamente.

   "El perdón es de Dios,  decía mi suegra, y hay que arrepentirse cuando uno se equivoca. En este círculo todos nos hemos equivocado en algo,pienso yo; hasta mi padre, en paz descanse, ha tenido algo que ver con lo que se nos ha ocultado a mi marido y a mi.

  Venía de comprar un vestido, Felipe y yo teníamos una cena pendiente. En cuanto entramos todos en la casa, lo llamé para pedirle que viniera cuanto antes, porque yo sola no sabía como afrontar todo esto.

  - ¿Qué  pasa cariño? Estoy en medio de una reunión---habló rápido.

  - Te pido disculpas por la molestia,  pero tienes que venir---tartamudeé.

  - ¿Estás bien?

  - Eh ...sí,  estoy bien, pero tienes que venir Felipe.

  - En media hora estoy allí--- rugió colgando.

Ya sabía que la reunión no iba a terminar tan pronto. Se trataba de expandirnos y David con otro señor estaban reunidos con mi marido. David llevaba los temas legales del restaurante, por lo que debería estar presente siempre que se presentaba un cambio. Todo el tiempo que mi marido estuvo desaparecido, yo hice todo lo que pude para expandir la empresa y la verdad es que se me dio muy bien.

  - ¿A qué han venido?--- preguntó Felipe al entrar en casa.

  - Si lo supiera te lo diría---levanté los hombros y moví la cabeza de un lado a otro. El apretó los labios formando una línea.

  - No los necesito---alzó la voz. Se encaminó hacía la sala y yo salí con prisa detrás de él. No necesitabamos otro escándalo , por lo que intenté pararlo aunque no hubo forma.

  -Hijo---su madre susurró mientras se levantaba del sillón y juntó sus manos en señal de ruego.

  - ¡No!--- gritó mi marido dejándola con la palabra en la boca.--- No soy tu hijo--‐levantó el brazo callando cuando ella abrió la boca para hablar otra vez.

   -Felipe---toqué su brazo intentando calmarlo. La verdad es que me daba lástima la forma de tratar a su madre. El me vio con el ceño fruncido pero rápidamente cambió de parecer. Respiró profundo mientras soltaba un " está bien" cerrando los ojos.

  - Tenéis 30 minutos para hablar. Y si después de eso todavía os quedan cosas por decir, os las lleváis lejos de aquí.

  - ¿Quieres un café? ---pregunté.

  - Por favor...

  Le traje la taza con el líquido en el que le eché un chorito de coniac y al primer trago mi marido se dio cuenta,porque me miró con agradecimiento. En realidad,era una costumbre que era muy habitual en nuestra rutina , siempre y cuando mi marido se sentía estresado por algo. En este caso lo necesitaba con urgencia y yo no lo iba a dejar pasar.

  - Hijo, nos vais a perdonar por lo errores  cometidos---esta vez la que puso voz a la conversación fue mi madre.---Sois nuestros hijos y muchas veces tenemos miedo de fracasar como progenitores.

  Felipe no decía nada,de hecho un sentimiento desconocido se apoderó de mi. No sabría decir si era miedo por cómo iba a reaccionar mi marido, o ansiedad por lo que podría pasar con todo esto. Lo que sé es que Felipe le tenía un respeto profundo a mi madre y no se atrevía a faltarle el respeto.

  - Felipe---  su padre habló--- si me quieres castigar a mi con tu indiferencia, hazlo. Pero no lo hagas con tu madre. Ella te trajo al mundo y...

  - Y tú me criaste ¿no? --- rio sarcásticamente.--- está bien, un punto a vuestro favor---añadió haciendo un ademán. Un silencio sepulcral se instaló en nuestra casa de repente, solo los sollozos de Cecilia se podían escuchar. Pobrecita, me rompía en mil pedazos; no quería ni imaginarme todo el dolor que aguantaba su alma con toda esta situación.

  - Hijo, por favor ... por favor no nos rechaces...

  - ¡No soy tu hijo! ¡Ya no quiero ser vuestro hijo!---gritó a todo pulmón, realmente parecía desquiciado. Se levantó como loco y yo me levanté con el. Sabía que estaba a punto de explotar por como peinó su pelo con los dedos y por como daba vueltas; parecía un leon enjaulado.

  - Felipe por favor---tendí mis manos hacía su cara , pero no me dio tiempo alcanzarlo y tampoco terminar la frase.

  - ¡No! Ni te atrevas Isabel. No los defiendas más---su voz me congeló al instante y como si se olvidara de mi, su cuerpo se encaminó hacia ellos--- ¿Es que no os dais cuenta del dolor que generó vuestra mentira? ¿Acaso creéis que para mí mujer fue fácil? Para ninguno de nosotros fue fácil y casi nos cuesta una ruptura. ¡Nuestro matrimonio pendió de un hilo por culpa vuestra, por vuestro secreto!---señaló a los tres gritando furibundo. Cuando me enteré de la verdad, me fui porque no sabía como enfrentarlo; si no sabía ni como sentirme al respeto. Abandoné a mi mujer y por muchos meses divagué por el mundo como un puto chiflado,como un ser perdido en un mundo al que no pertenecía. Por un año entero, visité a un psiquiatra porque el psicólogo que me iba a atender me dijo que mi situación era bastante grave. Tan grave que por mucho que amaba a Isabel , no me veía capaz de volver con ella. ¿Cómo iba a decirle a mi amada esposa que su padre , en realidad era mi padre? Y que nuestros progenitores nos han ocultado descaradamente toda la verdad. ¿Eh? ¿Me queréis decir como se le explica algo así a la mujer que amas con todo tu ser?

  Mi marido se echó a llorar como un niño indefenso y no era el único. Mi suegro tomó de un sorbo el coñac que le había servido y que hasta ese instante , no tocó para nada, mientras abrazaba a mi suegra que no paraba de lamentarse.

  Yo me sentía fuera de lugar totalmente aunque toda esta situación lamentable claramente me incluía. Mi mirada iba de uno a otro sin poder articular palabra, y Felipe restregó sus manos por su cara varias veces con nerviosismo sacando un rugido.

  -  Para mi nunca fue fácil esconder...- mi madre no llegó a terminar la frase.

  - No sigas suegra---comentó Felipe parándola levantando la mano.

  - Hija...---mi madre dirigió su mirada hacía mi como pidiendo ayuda, pero mi cerebro no procesaba  nada en ese momento. De echo, cerré los ojos con fuerza y respiré profundo con la esperanza de volver a la realidad que nos tenía a todos con el alma en un puño.

  - Vamos a calmarnos por favor---pedí con tranquilidad. Me agaché delante de Felipe,que segundos antes se había sentado---amor, por favor,  respira ¿sí?---acaricié sus rodillas, ya que poco antes se había sentado en el sillón.---Recuerda que nos dijo la terapeuta.

   - Si no te amaría tanto, hoy no estaríamos hablando---agarró mis mejillas con sus manos y me miró a los ojos---pero te amo más que a mi vida y por ti haría lo que fuera mi amor--- besó mi frente---esto que siento por ti me dio fuerza para resistir y darnos otra oportunidad---Se puso de pie dirigiéndose a los 3 huéspedes, que todavía se mantenían alerta.

  - ¿Es todo lo que han venido hablar?

  - ¡No!---por fin su padre---ahora me vas a escuchar porque yo también tengo derecho de hablar. Sabes bien---se puso de pie--- que te quiero, eres mi hijo te guste o no. Si te hemos escondido que Carlos era tu padre, fue justamente para evitar un escándalo de proporciones. Lo que no sabéis ni tu, ni tu---nos señaló con su dedo índice--- es que todo lo que hemos hecho ha sido para proteger a nuestras familias, y ahora me vais a escuchar sí o sí.---resopló con fuerza.--- Los padres de Lucrecia se pusieron de acuerdo con Michael para entregarte cuando Lucrecia se descuidase---abrí los ojos como platos. ---Tu tío---se dirigió a mi---tenía problemas con los juegos.

  - ¿Qué tío?---pregunté atónita. Yo no conocía a nadie de la familia de mi madre. Vagamente recordaba a mis abuelos maternos pero nada más.

  - El hermano de tu madre---siguió. Claro está que no conocía a ningún hermano de mi madre.

  - ¿Tienes un hermano?---pregunté a mi madre y ella movió la cabeza de un lado a otro, negando su existencia.

  - Tu tío era la vergüenza de la familia y se metió en un lío muy grande, un lío de muchos millones. El único que le podía salvar la vida era Michael porque disponía de medios que ninguno de nosotros tenía. Isabel,--- apoyó sus manos en las caderas mientras me seguía revelando el gran secreto---tus abuelos paternos se enteraron por Michael, que al final parece que se arrepintió y confesó el pecado que iba a cometer. El pagó la deuda de tu tío pero la mafia en la que estaba no le perdonó la vida. Aún así,tu...eh,Michael hizo un trato con ellos: el pagaría el doble, pero todos nosotros seríamos intocables. Tus abuelos paternos contactaron a tu madre y le contaron todo y tu padre, o sea Michael,  contrató a un abogado para encargarse del asunto. Hasta que llegaron a dar con la verdad, encontraron a tu tío descuartizado en un almacén que no pertenecía a nadie, y no fue exactamente por el dinero que debía. Aparte del abogado que se encargaba del asunto, Michael contrató a un detective privado y poco después nos enteramos de que tú tío se aprovechó de la hermana de uno de esos ilegales; ya sabes, la mafia no perdona algo así porque para ellos la familia es sagrada. Lo más fuerte de todo es que la chica quedó embarazada y tuvo un hijo que tengo entendido que va a ser el capo en breve.

  - ¡No me jodas Gonzalo!---gritó Felipe fuera de si---¿cuantos secretos guardan estas familias?! ¿O la tengo que llamar la gran familia ?! ¿Eres parte de la mafia tu también?

  - Felipe---grité mirándolo con el ceño fruncido. Pero el silencio de mi suegro me llenó de sospecha.---¿Gonzalo?---pregunté cambiando la mirada hacia el.

  - No , por Dios---comentó Gonzalo---nosotros no tenemos nada que ver con esa gente. Es más, desde entonces no los volvimos a ver.

  - Menos mal---respiré tranquila dejando caer los brazos por los lados de mi cuerpo. Mi madre se levantó del sillón y me abrazó como nunca lo había hecho.

  - ¿Ahora entiendes porque te tenía tan controlada? ---ella habló. Besó mi frente varias veces y me sentí rara por que mi madre nunca fue tan cariñosa conmigo. La aparté con tranquilidad y di un paso atrás. No la reconocía por mucho que la mirase. Felipe me cogió del brazo atrayéndome hacía el.

  - A buenas horas os ha tocado el amor y la sinceridad--- habló resentido---. Creo que por hoy hemos experimentado bastante, así que os pido que os retiréis. Mi mujer y yo necesitamos descansar.

  Con una mueca les enseño la puerta sin ninguna muestra de arrepentimiento.

  - Tienes razón hijo--- comentó su padre y con mucha paciencia tendió la mano hacia mi suegra que nos miraba atónita. Se acercó a mi marido y lo abrazó, muy evidente que no lo quería soltar. Aún así el quedó quieto dejándola hacer su trabajo de  madre.

  - Lo siento --- me disculpé con ellos.

  - No te preocupes hija---Cecilia me abrazó--- entendemos que necesitan digerir toda la información y sabemos también que no es fácil.

  La risita burlona de Felipe me obligó verlo con seriedad. Salieron sin ganas de mi casa y quedamos los dos en silencio por un largo tiempo. Me di un baño largo de espuma y relajé mi cuerpo, pero mi mente viajaba en el pasado viendo momentos y personas que pasaron por mi vida,pero por mucho que intentaba recordar a mi tío,  me era imposible. Salí del baño y me eché a la cama. De pronto sentí los brazos de mi marido rodeándome  y me relajé.

  - Estoy aquí mi amor---susurró a mi oído besando mi cuello.

  - Gracias cariño---contesté me di la vuelta para verlo.

  - Nunca te dejaré vida mía,  estaré aquí siempre protegiéndote hasta de mí mismo si hace falta. Te amo más que a nadie.

  Besé sus labios, adoraba a mi Felipe.

  - Estaremos juntos en esto---dije triste. Poco a poco me quedé dormida en los brazos que juraron nunca más soltarme.

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