Quedé pasmada. El profe parecía saber más de lo que había dejado ver anteriormente. Tantas veces que hablé con él y nunca dio tantos detalles. No sé cuanto tiempo me quedé ahí sentada en el gran ventanal mirando a la nada pero al mismo tiempo veía todo; gente pasando por la acera hablando o simplemente siguiendo su rutina, coches transitando o parados en el tráfico...aunque veía todo lo que pasaba por la calle, mi mente divagaba a un terreno minado.
- Perdón Isabel...--- una voz hizo eco en mi cabeza---¡Isabel!--- resalté con miedo cuando una mano me sacudió fuerte y sin darme cuenta agarré con fuerza el reposabrazo de la silla.
-¿Qué pasa?---pregunté asustada---¿Está todo bien , Maria?---pregunté con prisa.
Conocí a Maria hace años cuando empecé a estudiar en la universidad. Es una chica muy maja ,siempre dispuesta a ayudar. Ella al igual que muchos de la ciudad saben mi historia, aunque pocos han comentado sobre ello.
- Oh sí, estamos todos bien ¿Y tú?, porque te llamé varias veces y no me contestaste. Te quedaste...
- Oh, lo siento, yo, ehmmm...---me disculpé tontamente, no sabía que más decir.
- Isabel, por mi te podrías quedar todo el tiempo que necesites, pero vamos a cerrar. Puedes volver mañana si quieres, ya sabes , siempre estás muy bien recibida--- me dijo un poco apenada haciendo una mueca de pena.
- ¿Tan tarde es?--- miré mi reloj y me estremecí, era muy tarde de hecho. Los recuerdos y los pensamientos llegaron a mi mente como una avalancha y permanecieron ahí por horas--- gracias por todo Maria, no quise crear una situación incómoda---ella me miró apenada, pero no dijo nada.
Me levanté cogiendo mi bolso, pagué la cuenta y salí apresuradamente para incorporarme en la acera tan transitad⁰. Tal parecía que todo el mundo tenía alguna actividad pendiente ese día. Saqué el teléfono y me llevé una grandísima sorpresa al ver que llevaba,nada más y nada menos, que veinte llamadas perdidas de Felipe y cinco de Daniela, y de los mensajes ¿ qué decir? Eran más de lo que había imaginado. De hecho, con Felipe acordamos tener una amistad más que otra cosa,y me sorprendí muchísimo al ver toda la atención que había puesto en mi por un par de horas.
La suerte era que no tenía que caminar mucho porque la cafetería estaba cerca de mi casa, por lo que llegaría enseguida.
- Felipe, tenemos que ...--- quedé con la palabra en la boca. Felipe estaba acompañado.
- Isabel ¿estás bien?--- Daniela se veía muy preocupada, al igual que David. Felipe sin más, me abrazó respirando hondo.
- Gracias a Dios, estás aquí---acarició mi cabeza---Te llamé un millón de veces y estaba a punto de ir a la policía ¿Cómo sales de casa sin decir dónde estás? ¿Para qué tienes el teléfono,eh? Te escribí unos cuantos mensajes también, no es que te quiera controlar...
- Bueno, ya estoy aquí---interrumpí bruscamente---gracias por preocuparse pero...
- ¿Creés que es una broma?---alzó la voz, pero no con enfado. Su voz dejaba salir una preocupación descomunal.
- Tu también has desaparecido y por mucho que he puesto el grito en el cielo, has vuelto cuando te ha dado la real gana---Felipe quedó mudo y con el ceño fruncido. Sus ojos oscurecieron y me miró fijamente.
- Ya sabes porque lo hice---suavizó la voz. Además...
- Tendremos que hablarlo, pero ahora no es el momento--- susurré sobre sus labios, viendo a nuestros amigos.
- Nosotros nos vamos---David habló sin reparo---vamos cariño---pasó su brazo por detrás de las cabeza de Dani viéndola serio, y se encaminaron hacia la salida.
- Gracias chicos, nos vemos mañana ¿sí?
- Gracias. De verdad os agradezco la preocupación, pero ya ven , no es nada--- me sentía en deuda con ellos por tomarse la molestia de venir a mi casa.
Daniela corrió hacia mi dándome un abrazo.
- No deberías de darle estas preocupación Isa, no sabes como se puso. Hasta creo que pensó que te fuiste para no volver--- susurró a mi oído. Sonreí cómo una chiquilla enamorada.
- Me voy a dar un baño y me voy a dormir, estoy muy cansada--- agarré mi mobil y di unos pasos hacía el dormitorio. Felipe me cogió del brazo y me dio la vuelta tan de prisa que quedé con la cara pegada a la suya. Sentí su respiración en mis labios y cerré los ojos con fuerza.
- No sigamos con chiquilladas ¿quieres? Creo que somos bastante grandecitos para hablar las cosas con madurez---trató de mantener su calma respirando profundamente.---Soy consciente de todo el daño que te he hecho, pero no me castigues más por favor--- suplicó---No nos castigues más. Vamos a dormir ahora que es muy tarde y mañana , cuando estaremos más relajados y hayamos descansado nuestro cerebro, decidiremos que hay que hacer con esta relación--- sonrió con amargura.
Me soltó con lentitud y besó mi coronilla insistiendo unos segundos como si no quisiera despegarse jamás.
- Descansa amor--- me deseó. Se fue sin mirar atrás y se encerró en el despacho. Lo vi alejarse y una parte de mi quería seguirlo, sin embargo la otra deseaba descansar y dejar que todo fluya. Necesitaba con urgencia que las cosas volvieran a la normalidad. Sentía el desesperado deseo de que la vida siguiera su curso.
Me dormí con la cabeza hecha un desastre. Di muchas vueltas hasta coger el sueño y ni cuenta me di cuando pasó la noche. Estaba acabada mentalmente y no soy la única, meto las manos en el fuego y no me quemo un milímetro de piel.
*****
- He pensado un millón de veces en lo que te voy a decir una vez sentado delante de ti--- dio dos vueltas a la copa de whisky y me miró otra ves, una vez más de tantas que había puesto sus ojos en mi---es obvio que quiero seguir contigo y arreglar cualquier cosa que yo haya roto en este matrimonio---habló tranquilamente.
- No eres el único que ha roto cosas en su vida Felipe, y tampoco eres el único que ha roto esta relación. Hay varios factores que han contribuido a la desgracia que nos ha tocado y ninguno vimos venir este desastre. Yo sé tan bien como tu que se siente ser culpable e inocente a la vez. No hay que tirar la pelota de una a otro, eso nos traerá problemas sin resolver---me sentía en paz y use un tono muy calmado para la conversación.
- Sí, ya sé---me estudió con detenimiento para luego seguir---habrá que buscar una solución. ¿Alguna sugerencia de lo que deberíamos hacer? Estoy abierto a cualquiera que sea la opción que me ofrezcas--- tomó un trago de su copa haciendo una mueca que pocas veces he visto en el.
- No sé si me vas a creer pero no tengo claro lo que hay que hacer en nuestro caso. Tal vez nos viene bien ir a un especialista---dije con cautela, pues no sabía como va a reaccionar.
- ¿Un especialista?--- preguntó burlón---¿te refieres a un psicólogo? --- negó con la cabeza sin borrar la sonrisa todavía. Encendió un cigarro y aunque no fumo, cabe mencionar que echaba tanto de menos ese porte, esa manera suya de mantener una conversación y no por último esos olores a whisky y tabaco.
- Un terapeuta de pareja mejor dicho---asintió sin más--- Felipe, si queremos salvar algo de este matrimonio, es la única forma.
-No confías en mi---levantó la mirada y tomó una calada del cigarro; casi lo acaba con eso, sin embargo apago lo poco que quedó del cigarrillo. Exhaló el humo y tomó el último sorbo del líquido ambarino---no te culpo Isabel---bajó la mirada---No te culpo por no confiar en mi, yo tampoco lo haría. Sé de sobra que te he hecho mucho daño, más de lo que hubiera imaginado y más de lo que hubiera querido jamás---suspiró con enfado---Está bien,haremos como tu quieras---frotó su cara con las manos varias veces.
- Esperé por ti durante mucho tiempo y tu nunca has llegado. Había perdido la esperanza de volver a verte y justamente entonces te presentaste en mi puerta. Todo esto me tomó por sorpresa, todo era nuevo para mi. Apenas había aprendido vivir contigo disfrutando de todo lo que la vida nos ofrecía, y de repente te vas. Me volvía loca de pensar que tenía que vivir sin ti y ¿Cómo iba a hacerlo si nunca me enseñaste?
¿Creés que para mí fue fácil? Miraba todos los días por la ventana por si te veía llegar a casa y no había ni la sombra de ti. Durante 2 años mis ojos no se despegaron de esa puerta---tendí mi brazo en dirección a la puerta de ,a entrada---con la esperanza de escuchar tu voz llamándome amor, olía tu ropa, me cepillaba los dientes con tu cepillo y me ponía tus calzoncillos. ¡Nada de esto es normal, Felipe! ¡Todo esto lo teníamos que enfrentar juntos! Era asunto mío como tuyo.
Mis lágrimas estaban a punto de salir. Sentía mis ojos arder, pero yo ya no quería llorar. Ya tuve suficiente. Peiné mi pelo con los dedos y cerré los ojos con desesperación.
- No me merezco esto ¿sabes? Por todo lo que te he amado---en ese instante sus ojos se abrieron como platos--- por todo lo que esperé por ti...oh...
- Ya no sientes nada por mi ¿verdad?---preguntó con desespero intentando tocar mi mano. Con valentía lo hice yo y el me vio sorprendido.
- Te sigo queriendo--- apreté mi mano encima de la suya--- pero no estoy segura de si todavía te amo. Por eso creo que necesitamos terapia. Quiero descubrir que hay en mi corazón y poner todo en orden, necesito tranquilidad. Los dos necesitamos que la vida fluya.
- Soy capaz de lo que sea con tal de recuperarte. Sigues siendo mi esposa, la única mujer que amo y la única que amaré hasta el último día de mi existencia--- una lágrima rodó por su mejilla--- te pido perdón por todo el daño que te he hecho---abandonó su silla y se arrodilló delante de mi.--- Perdóname por favor, juro que si me das otra oportunidad , te protegeré hasta de mi mismo.