Samantha Jones es una profesora primaria que ha sido abandona por su novio, un joven médico que la engañó con su mejor amiga. Avergonzada y herida por la situación, se toma un par copas aun cuando no es resistente al y corre hacia hospital para encarar a su ex novio. Sin embargo, camino, en ascensor se encuentra con un pequeño. ascensor se atora y niño entra en pánico. Con su poca experiencia, Samantha logra calmar al niño y en cuanto son rescatados pequeño le dice que ella es su madre frente a los rescatistas y la asistente del padre del menor. Días después del incidente, Samantha se encuentra con un hombre apuesto frente a su puerta que le ofrece un trato a cambio de que se case con él. Porque claro con una oferta así ¿qué puede salir mal?
Ler mais—¿Qué quieren decir? — Samantha apretó las manos por debajo de la mesa al ver a Thomas su novio tomando la mano de Kelly, su mejor amiga. Y lo peor era que aquella mujer llevaba una enorme sortija en su dedo anular. En los cinco años de relación que llevaba con él, jamás le había dado una joya como esa.
—Que me enamore de Kelly. Sam lo siento mucho, en verdad. Pero ella es una chica muy objetiva y tiene metas grandes.
—¿Quieres decir que yo no las tengo? — La joven lo miró a los ojos intentando tragarse las lágrimas que la estaban carcomiendo por dentro.
—Cariño, es obvio. Ser una profesora de primaria no es algo que pueda subirte de categoría en esta sociedad. — Kelly por fin había abierto la boca. Samantha quería lanzarle el vaso de agua frente a ella y decirle que se callara, pero no podía, no tenía el valor. Se sentía patética. —Tommy es un médico, obviamente necesita a una mujer como yo, la hija de un doctor y futura doctora también. — Sam tragó duro y miró sus manos, estaban rojas de estarlas apretando tanto.
—Lo siento de verdad Sam. No quería decírtelo de esta forma, pero creo que es lo mejor.
—¿Lo mejor? — Sam negó lentamente. Apretó los labios y suspiró. Le había dado sus mejores años de vida al idiota frente a ella, incluso le había ayudado a pagar todos sus gastos para que él pudiera estudiar. Con su trabajo como profesora había logrado salir adelante y sacar adelante a Thomas.
Finalmente, tomó sus cosas y se levantó.
—Tienes razón, es lo mejor. Se merecen el uno al otro. Ambos son unos parásitos. Espero sean muy felices y que la vida les de lo mejor, especialmente por haberme hecho tanto daño. Feliz día. — Con eso se dio la vuelta y salió de aquel restaurante.
Las lágrimas comenzaron a derramarse por sus ojos mientras caminaba. La habían lastimado, su corazón estaba roto. Dos de las personas más importantes de su vida la habían traicionado.
Luego de la muerte de sus padres, creyó que podría recuperarse con ayuda de ellos y lo hizo. Pero esta traición no tenía precio. Eran de lo peor, aún así, no podía desearles lo peor, ya la vida se encargaría de ellos.
Luego de unas horas de estar viajando en el bus decidió bajarse en la zona viva de la ciudad. Necesitaba un trago.
Caminó por las calles iluminadas y se metió a un bar que se veía decente. Lo primero que hizo al sentarse en la barra fue pedir una copa de vino. El mesero fue muy amable con ella y se la dio de inmediato.
Quería seguir llorando y lamentarse por su situación, pero al mismo tiempo sabía que no lo valía. Sin embargo, su corazón estaba sufriendo, no podía creer que ella había sido traicionada de esa forma.
Ella, que nunca le había deseado el mal a nadie ni había hecho algún daño. Nunca se metió con nadie para merecer algo como eso. No era justo.
Lo peor, es que sabía que los extrañaría. Kelly había sido su mejor amiga de la infancia, ella estuvo a su lado cuando sus padres fallecieron al igual que Thomas. Kelly fue quien la animó a que siguiera estudiando, le dio posada en su casa cuando se sentía sola, sus padres la trataron como otra hija y de pronto, se había atrevido a meterse con su novio. Y lo peor, es que Thomas lo permitió, él era igual o peor que ella. Si en verdad la amaba nunca debió de hacerle este tipo de daño, no podía creerlo.
Mientras pensaba en diversas cosas, siguió pidiendo unas cuantas copas más. Sintió un ligero mareo y algo de dolor de cabeza. Al parecer el vino se le había subido un poco. Sacó su celular y notó que tenía chats de Thomas, Kelly, su otra amiga Victoria Y Peter, el hermano de Vic.
“Necesitamos hablar de forma correcta Sam. No debiste irte así.” Decía el mensaje de su ex.
“Eres inmadura” se leía el texto de Kelly. El de los demás eran preguntas sobre dónde diablos estaba.
La joven lo pensó. Thomas tenía razón en una cosa, necesitaba dejar claras algunas cosas más. Se levantó de su asiento y le pagó al mesero por sus copas de vino. Luego caminó hacia la calle y buscó un taxi.
Pronto dio la dirección del hospital donde Thomas trabajaba y en minutos estaba parada frente a aquel enorme edificio.
El lugar que había visitado tantas veces por ver a su novio. El lugar que la vio pasar vergüenzas por mostrar su amor al tonto de su ex.
Tomó aire y comenzó a caminar. Notó que caminaba algo chueco, sabía que estaba un poco ebria. Pero solo de esta forma podía enfrentarse con valor a Thomas, decirle que lo odiaba, decirle que ojalá sintiera el dolor que ella sentía, contarle a sus compañero lo mentiroso que era y miles de cosas más.
Se metió al ascensor y luego pulsó el botón del cuarto piso. Al cerrarse las puertas se apoyó con los brazos cruzados en la pared metálica. Sentía mucho dolor de cabeza, parecía migraña, pero lo más seguro es que era el alcohol.
Entonces escuchó un rechinar y luego el ascensor se movió con fuerza. Se agarró con fuera al tubo horizontal que estaba pegado a la pared del ascensor y miró hacía arriba. Las luces del ascensor titilaban y parecía que el ascensor no se movía.
—No puede ser. — Se quejó apretó el botó para abrir la puerta, para su desgracia nada sucedió. —¿Por qué me pasa esto a mí? — Gritó con furia y luego se agachó tomando su cabello. Las lágrimas comenzaron a salir de nuevo. Se sentía inútil, con mala suerte, inservible, rota.
Sin embargo, el sonido de su llano se vio acallado cuando un llanto más fuerte se hizo presente. Samantha alzó la cabeza levemente y se encontró con un pequeño de no más de cinco años, con bata de hospital, quien gritaba y lloraba.
Samantha no había notado que el pequeño estaba ahí encerrado. El niño la veía mientras lloraba, sus mejillas regordetas estaban sonrojadas y parecía que temblaba. Estaba asustado.
—Dios mío cariño, lo siento mucho. — Sam se acercó lentamente a él y luego sacó algo de papel de su bolso para pasarlo sobre los ojos del infante. —No te asustes, lo siento muchísimo, no debí de haber gritado. — Entonces el ascensor se movió de nuevo y el niño gritó más. La joven entendía que estaba aterrado.
Se levantó del suelo y marcó el botón de emergencias para avisar que se había quedado atorada junto a un niño, de inmediato le dijeron que enviarían algo de ayuda.
Sam regresó al pequeño y se agachó para llegar a su altura.
—Calmate pequeño, vamos a salir de aquí ¿sí? ¿Qué te parece si te doy un caramelo y te tranquilizas? — El niño comenzó a ralentizar su llanto y Sam le dio una paleta que cargaba en el bolso. El niño lo tomó y luego ella se sentó y le ofreció al pequeño sentarse junto a ella. El niño obedeció y se pegó mucho a la joven.
—Lamento haberte asustado. — No recibió ninguna respuesta. —Hombre de pocas palabras ¿he? — El niño parecía entretenido con su paleta. Ella lo miró con una pequeña sonrisa. Era muy tierno. Su cabello era un poco rizado, negro, sus ojos eran de un color avellana y sus mejillas eran regordetas, aun cuando el niño se veía de un peso promedio. Él niño la miró.
—¿Cómo te llamas?
—Lucas. — Respondió con inocencia. La joven asintió.
—Es un nombre lindo. Yo me llamó Samantha, puedes decirme Sam.
—Sam. — Movió su cabeza de arriba a abajo. Sam sin pensarlo acarició el cabello del pequeño, él la miró.
—Lo siento, no quise…
—Está bien. — El niño agarró la mano de Sam y la colocó sobre su cabeza. Eso era una gran sorpresa. Supuso que le cayó bien al niño. Miró hacia la puerta del ascensor y entonces sintió que sus parpados comenzaban a cerrarse.
Maldito alcohol, pensó antes de quedarse dormida.
El amor siempre había sido un cuento de hadas para Lucas. Cuando conoció a su madre pensó en el enorme cariño que sintió cuando ella lo protegió aun cuando era un desconocido. Ella estaba llena de amor y Lucas no dudó en devolvérselo. Honestamente, pensó que ese era el amor más puro de todos y luego sus padres se enamoraron. Ser testigo de semejante muestra de amor lo hacía confiar más en él, pero era distinto a lo que él imaginaba. Luego su tío Esteban se casó con su tía Vic y tuvieron un niño. Ese era el amor familiar al que él estaba acostumbrado, sin embargo, ¿qué era lo que lo hacía diferente con respecto a Ariana? Ariana era su mejor amiga, era su cómplice, era su mano derecha, era su compañera de aventuras y jamás pensó en ella como algo más. Sin embargo, la secundaria llegó y muchos chicos comenzaron a acercársele. Al principio lo vio como algo normal, era normal hacer más amigos, pero luego la forma en que la veían, no era algo que le encantaba. —¿Qué te tiene dando vueltas
Lucas dejó caer todos sus cuadernos al chocar con un casillero abierto mientras arreglaba su mochila. Samuel soltó una enorme carcajada burlándose de él.—¿Quieres callarte? Ayúdame con esto o le diré a Mónica que vas a salir con Gina. — Samuel abrió los ojos de par en par y decidió ayudar a Lucas. El joven estaba tenso. Recién había cumplido diecisiete años y sentía que el mundo se le venía encima. Pero eso no era todo, estaba más que molesto cuando vio a Rodrigo Hernández coquetear con Ariana Kidd. Ariana era su mejor amiga de la infancia, la prima de su madre Sam. No tenía relación consanguínea con ella, por lo que nunca pudo verla como una prima en segundo grado o lo que sea. De hecho, siempre fue Ariana su amiga. Sin embargo, ahora parecía molesto porque los chicos se le acercaban.—¿No le dir&a
Sam despertó escuchando el sonido del mar. Sentía su espalda un poco adolorida y sus pechos hinchados, entonces recordó todo lo que había sucedido la noche anterior. Por fin, Daniel y ella habían tenido su luna de miel y vaya luna de miel. Los padres de Daniel les regalaron un viaje a Costa Rica en una de las playas más increíbles del continente. Desde la ventana apreciaba la vista del mar y las palmeras, así como el olor fresco de las alas. Apoyó sus codos sobre el colchón y miró hacia su lado izquierdo donde estaba Daniel acostado con su brazo sobre el vientre de la joven. Ella sonrió pensando en todas las locuras que hicieron el día anterior. Primero dieron una vuelta por el lugar, visitando a los locales, tiendas de recuerdos, tomándose fotos, pasando por restaurantes para alimentarse bien y luego jugaron en la playa hasta las cinco de la tarde. De regreso, se dieron una respectiva ducha y pidieron servicio a la habitación para la cena, luego de eso, fue una locura. Daniel la sed
—Qué no, que el velo va así.—Vic, soy la suegra, he pasado por esto miles de veces. Sé como va un velo. — Samantha sonreía divertida mientras veía a su amiga y suegra discutir por la posición del velo. De hecho, estaba aun más sorprendida de que se llevaran como viejas amigas. Habían pasado muchas cosas durante los diez meses que estuvo estudiando. Vic había pasado tiempo con los padres de Daniel ya que Lucía estuvo enferma de una infección en la garganta durante un tiempo que se complicó levemente, cosa que le ocultaron a Sam para que no volviera de España hecha un manojo de nervios. Estaba enterada de que se enfermó, pero no a ese nivel de gravedad.Se los agradeció, pero luego los reprendió por ocultarle la gravedad del asunto, por suerte Lucía se recompuso y siguió con su vida como si nada. Sin embargo, Lucía y Vic hicieron una especie de conexión, así como Sam la había hecho con ella. Además, Esteban siguió esforzándose al máximo para impresionar a Vic, la joven tenía entendido
—¿Qué diablos pasó aquí? — Samantha miró a todos sus conocidos, en el patio de la casa llenos de espuma y agua. Lucas se encontraba sobre los hombros de Daniel sonriendo como si nada malo hubiera sucedido.—Déjame explicarte.Dos horas antes…Era fin de semana, hacía un poco de calor y Lucas estaba aburrido. Además Esteban había aparecido en casa con sus padres y Vic, algo sorprendente ya que pensó que no pasaba nada entre ellos, aún así los recibió. A Esteban se le ocurrió hacer una fiesta, carne asada, un poco de cerveza y jugar con agua. Por ello, Lucas terminó por invitar a Ariana y Samuel, incluyendo a Paul y Drew Kidd junto con su esposa. En conclusión, aquella reunión se había vuelto una fiesta y un desastre para Daniel.Hace tiempo no había tenido a tanta gente en su casa, menos cuando Sam no se encontraba. No sabía cómo controlar la situación. Sin embargo, Vic, fue de mucha ayuda, lo aconsejó en qué cosas hacer y además se ofreció junto con Paul a cuidar de los niños ya que…b
Diez meses después…Samantha se encontraba concluyendo sus exámenes finales. En realidad, vivir en el extranjero había resultado más difícil de lo que había pensado, sin embargo, era un sueño. Conoció mucha gente nueva, agradable, profesores que la hicieron ver de otra forma el arte literario y su importancia en el mundo. Todo la ayudó a plantearse un nuevo rumbo en su vida, nuevas perspectivas laborales y un nuevo sueño que quería cumplir.—Sam. — Paty, su compañera de habitación llegó corriendo para darle un regalo. —Sé que no pasaremos las fiestas juntas así que te traje un pequeño regalo. — Sam la miró conmovida. De hecho, ella también le había comprado un regalo. Paty se había vuelto su amiga en este tiempo en el país. Ella era española por lo que su vida había sido un poco más tranquila al tenerla como guía. Sam sacó la caja envuelta de su mueble y se lo dio.—Gracias por el tiempo compartido. Espero poder verte a finales de noviembre.—¿Para tu boda? Obviamente que estaré ahí.
Último capítulo