—Mamá… ¿por qué… yo soy la clienta!
—¡Haz caso!
Isabella, resignada, le devolvió el celular a Mateo y me miró con una sonrisa fría: —Señorita Lamberto, como diseñadora del vestido, le agradecería que asistiera a mi compromiso la próxima semana. Si hay algún problema con el vestido, sería mejor resolverlo de inmediato.
—Que tengas un buen día, no te acompañaré.
Hice un gesto de despedida: —El saldo restante debe transferirse a la cuenta que te proporcioné. Gracias.
...
Después de todo el ajetreo, ya era casi la hora de la cena.
Propuse ir a cenar hot pot.
Al llegar al estacionamiento subterráneo, Olaia recibió una llamada para una reunión social y decidió dejarme.
Solo quedamos Mateo, Emilia y yo.
Mateo me hizo un gesto para que subiera a su coche: —Ven en mi coche, mañana te llevaré a ti y a Emilia al trabajo.
—Está bien.
Cuando intenté abrir la puerta trasera, Emilia me empujó al asiento del copiloto: —Hermana, quédate aquí, el asiento trasero es incómodo.
Los deportivos tenían esa de