C41: La han empujado hasta el límite.

Alaska permaneció inmóvil unos segundos, mirando el cuerpo de Ámbar en el suelo. El pánico comenzó a apoderarse de ella, haciéndola retroceder. Luego giró sobre sus talones y echó a andar, primero rápido, después casi corriendo, como si huir pudiera borrar lo que acababa de ocurrir.

Mientras tanto, Raymond ya se había inquietado por la tardanza de Ámbar. Había recorrido el pasillo principal buscándola, pero no la encontró por ningún sitio.

Su preocupación crecía a cada segundo. Finalmente, se dirigió hacia el jardín, y justo cuando iba a salir al exterior, alguien chocó contra él con fuerza. Raymond dio un paso atrás para recuperar el equilibrio y, al alzar la vista, vio el rostro desencajado de Alaska.

—¿Tú? —exclamó, sorprendido y alterado—. ¿Qué haces todavía aquí?

Pero Alaska no respondió. Lo miró de reojo, pálida y con los ojos vidriosos, como perdida. Siguió avanzando con prisa, tropezó con el marco de la puerta y desapareció entre la multitud. Raymond la observó, confundido, si
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