Ámbar no dudó en contestar.
—No, para nada. Las cosas no fueron así. No me divorcié de mi exesposo por la promesa de recibir dinero a cambio. Esa decisión ya la había tomado mucho antes.
Raymond arqueó una ceja, incrédulo, como si sus palabras no fueran suficientes.
—¿Ah, sí? —replicó con curiosidad—. Entonces dime, ¿por qué te divorciaste?
Ámbar dudó un instante antes de responder. Su mirada se desvió hacia Elías, dándose cuenta de que él había evitado deliberadamente entrar en ciertos detalles de su vida. Sí, le había contado a Raymond todo lo relacionado con el acuerdo que los unía, pero había guardado silencio sobre los aspectos más dolorosos y privados, los que ella misma debía decidir si revelar o no.
Finalmente, respiró hondo y se armó de valor.
—Porque Vidal me engañaba —soltó de golpe, con una sinceridad que dejó el ambiente enrarecido—. Me engañaba con mi hermana gemela.
Raymond la miró sorprendido, pero ella no terminó allí. La herida era más profunda, y aunque le costaba p