C121: Me siento demasiado acalorado.
Él intentó responder, pero las palabras se enredaron en su garganta y un estremecimiento recorrió su espalda mientras buscaba un punto firme a donde aferrarse.
La mente le daba indicaciones confusas: “Ve a tu habitación, controla la respiración, no cedas a la fatiga”, pero el cuerpo no obedecía, y un calor sofocante lo obligó a detenerse.
—Me siento… extraño… tengo que ir a mi habitación —murmuró finalmente.
Layla dio un paso hacia él suavemente, y su mano se posó en su brazo, guiándolo con delicadeza.
—Espera —articuló—. Déjame ayudarte. Mira, ven conmigo, voy a ayudarte a recostarte.
Raymond trató de resistirse, o al menos de afirmar cierta independencia, pero su juicio estaba enturbiado por la vulnerabilidad que recorría cada fibra de su cuerpo, por el calor que lo tenía enrojecido y acelerado.
—No… no, yo voy a mi habitación por mi cuenta. No te preocupes —replicó.
Layla tomó el brazo de Raymond y lo colocó sobre su hombro, apoyándolo con firmeza. Luego deslizó una mano a la cintu