De pie frente a la entrada de la casa de la manada, escuchando música a todo volumen desde el interior y viendo a la gente entrar y salir, el corazón de Leila late lentamente, se mira en el espejo de las puertas y se pregunta si debería haber cumplido con la invitación.
Últimamente, no pierde de vista a Amara, se supone que iba a matricularla en la escuela, pero en lugar de eso la está educando en casa. Su miedo crece cada día y al final tiene que hacer algo al respecto.
La única razón por la que se siente un poco cómoda aquí es por los seis guerreros que siempre están de guardia fuera de la casa de Tatum, que está enfrente de la suya. No necesita que nadie le diga que están allí para vigilar su casa y no la de él, y el gesto le llena el corazón de calidez.
Últimamente, se encuentra pensando en él, preguntándose qué estará pasando por su cabeza, si alguna vez se lo contará, si le contará su plan, pero intenta no preocuparse y confiar en él.
Eso es lo que tiene que hacer, en realida