ELAINE
Llevar a Amelia al parque estaba fuera de discusión, pero no iba a rendirme con ella. Aquel hombre podía mirarme con toda la furia que quisiera, pero eso no me impediría salvar a su hija.
Así que se me ocurrió otra idea, solo tenía que ser más astuta que él y tenía un nuevo plan: simple, pero audaz. Me presentaría en su casa otra vez, sin avisar, con Amelia presente pondría a Duncan en una situación comprometida; al menos no podría rechazarme delante de ella, ni mostrarse como el hombre frío y controlador que empezaba a sospechar que era.
Sin embargo, esa noche, el sueño no llegó fácilmente. Me revolví en la cama con otra pesadilla, como siempre ocurría cuando algo removía el pasado. En el sueño, corría descalza, sin aliento, con el viento gritando en mis oídos.
Mi corazón latía con fuerza, mis pulmones ardían por la carrera y podía sentirlo detrás de mí, siempre detrás de mí. Sin importar cuánto corriera, o lo rápida que fuera, él siempre estaba detrás y me atraparía. Cuando me