Bienvenida a casa
~SOPHIE~
—Por favor, dime que ustedes dos no cogieron aquí.
La voz de Celeste cortó el silencio como un latigazo, afilada y llena de incredulidad. Miré por encima de mi hombro, haciendo una pausa mientras doblaba otro suéter para meterlo en mi bolsa. Ella estaba de pie sobre mí, con los brazos cruzados y una mezcla de horror y exasperación pintada en toda su cara.
Sonreí, demorándome en responder a propósito, porque bueno, ¿por qué hacérselo fácil?
—Sophie —insistió, con la voz cada vez más aguda.
Suspiré, enderezándome y apartando el cabello de mi rostro.
—¿Qué quieres que te diga, Celeste?
—¿Qué tal la verdad?
Su rostro se contrajo, y no pasé por alto que sus ojos se dirigieron hacia la pared que separaba mi habitación de la suya, como si imaginara alguna escena sórdida desarrollándose allí. Si tan solo supiera que fue contra esa misma pared donde SU JEFE me acorraló mientras sus dedos entraban y salían de mí.
Al no responder de inmediato, sus labios se entreabriero