SOPHIE
—¡Sophie! ¡Mujer loca!
Escuché su voz furiosa desde la distancia, pero aun así no fui lo suficientemente rápida para escapar de la pantufla que me golpeó justo en la parte posterior de la cabeza. Celeste, mi compañera de cuarto y, lamentablemente, también la única amiga que tenía, irrumpió en la sala de nuestro pequeño apartamento con la rabia coloreando su piel de un rojo intenso. En una mano llevaba su bolso del trabajo y en la otra, la segunda pantufla que ya estaba apuntando hacia mí nuevamente.
Me levanté de un salto de donde había estado alegremente garabateando en mi libreta, frotándome la parte posterior de la cabeza que palpitaba por el dolor de la primera pantufla.
—Celeste, cálmate o vas a romper algo —ya me estaba escondiendo detrás de uno de los sofás, asomándome para mirarla. Mierda, estaba furiosa.
—¡Claro, tu cabeza! Eso es lo que voy a partir en dos —lanzó su bolso a alguna parte y vino hacia mí, llamándome con todo tipo de insultos. Me persiguió por toda la peq