: El nombre de la muerte
Ana
Oscuridad.
Eso fue lo primero que sentí cuando la linterna de Ethan se apagó.
Oscuridad y un frío que se me clavó en los huesos, como si algo invisible me abrazara con manos de hielo.
—¡Ana! —escuché la voz de Ethan, pero sonaba lejana.
No podía ver nada.
Solo un murmullo que crecía en mi mente.
> “Devuélveme mi nombre…”
Caí de rodillas, cubriéndome los oídos, mientras un dolor agudo me atravesaba la cabeza.
Vi imágenes.
Un pasillo largo.
Una niña de vestido blanco corriendo.
Gritos.
> “¡Anabel!”
Abrí los ojos en la oscuridad y la vi frente a mí, iluminada por una luz que no existía, sus ojos completamente negros, con lágrimas oscuras corriendo por sus mejillas.
—¿Por qué…? —pregunté con la voz rota.
La niña me miró, inclinando la cabeza.
> “Mi nombre… lo olvidaron…”
Alcé la muñeca rota que aún sostenía, temblando.
> “¿Eres tú…?”
Ella extendió su mano pequeña hacia mí, y pude sentir su frío incluso sin tocarla.
> “Devuélveme…”
De repente, un tirón me sacó